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Las claves del buen uso de los purines

7 de noviembre de 2011

Los purines corresponden a la mezcla producida por las excretas líquidas y sólidas de bovinos lecheros, el agua utilizada en el proceso de limpieza y los restos de alimentos.
La intensificación de la actividad lechera y el crecimiento productivo de la última década en Chile, ha hecho que estos desechos se conviertan en un tema a tener en cuenta.
Claro, pese a la gran proporción de agua, se caracterizan por contener nutrientes como nitrógeno, fósforo y potasio. Y altos contenidos de demanda bioquímica de oxígeno, lo que puede generar impactos en los ecosistemas si son descargados en cuerpos de agua superficiales o aguas subterráneas sin un tratamiento previo.
Lo cierto es que el volumen de purines generados en una explotación lechera varía dependiendo principalmente de las medidas de manejo aplicadas y de la cantidad de lluvia que cae en la zona.


Así, hoy en día muchos optan por mandarlos a los cursos de agua -para lo cual deben cumplir con la normativa vigente-; y otros, buscan opciones para reutilizarlos como fuentes de materia orgánica y de nutrientes, para mejorar las propiedades físicas y biológicas de los suelos.
En cualquier caso, estos “desperdicios” son objeto de un proceso que el productor debe considerar como parte de su negocio y que incluso puede representar incrementos productivos a través de la fertilización de cultivos y praderas.
En ese marco se desarrolló en Osorno un curso internacional de manejo y utilización de purines de lechería.
La actividad contó con la participación de expositores del Inia de Chile y el Inta Rafaela de Argentina, de la empresa Aquatec y el Ministerio de Salud.
“A través de exposiciones y demostraciones prácticas en terreno, buscamos entregar antecedentes sobre las características de purines de lechería, enseñar a evaluar y calcular la producción en predios lecheros, interpretar análisis y calcular dosis de aplicación en praderas y cultivos, capacitando a los asistentes en la utilización de equipos de campo para el análisis, como asimismo en los distintos tipos de equipos de aplicación, sistemas de almacenamiento y tratamientos utilizados para el manejo de los residuos”, explica Francisco Salazar, director regional de Inia Remehue y responsable técnico de la actividad realizada en conjunto con el Consorcio Lechero.
Salazar, ingeniero agrónomo e investigador especialista en temas ambientales, explica que de los nutrientes (nitrógeno, fósforo y potasio) que el animal consume, entre el 60 y el 75% es eliminado a través de las fecas y la orina.
Asimismo, agrega que según estudios realizados hace algunos años en el sur de Chile, los purines se componen en 25% por fecas y orina; 46% por aguas lluvias; y 29% por agua de limpieza. Y el promedio diario es de unos 105 litros por vaca (con un rango de entre 34 y 260 litros dependiendo del manejo predial).
De allí, a su juicio, la importancia del manejo de estos residuos, como una manera de quitar presión ambiental a la actividad lechera sureña. “Los sistemas ganaderos tienen un potencial de contaminación alto. Pero a diferencia de otras actividades productivas las soluciones están en el mismo lugar donde se produce y en general no tienen de un alto costo”, advierte.
En síntesis, considera que es clave que el productor maneje el agua que usa en el predio; procure aumentar el contenido de materia seca de sus purines; los almacene todos, lo mismo que las aguas sucias que se producen; haga un plan de manejo para aprovechar los nutientes; y adicionalmente cumpla la normativa vigente.
“Hay que reutilizar los purines, tienen macro y micronutrientes que son importantes usar en praderas y cultivos; hay que hacer un buen manejo de los purines, lo que significa realizar gestión y planificar qué es lo que se va a producir, reduciendo los volúmenes por la alta contribución de agua lluvia y el lavado”, agrega.
De paso, comenta que un buen manejo se expresa en un purín más espeso, que aportará más nutrientes. “Por eso, el consejo es no aplicar un producto muy diluido, que es caro e ineficiente; sino reducir la presencia de agua para aprovechar bien el recurso y el costo de aplicación”, plantea.
Algo en lo que coincide Catalina Montaldo, encargada de Transferencia Tecnológica y Difusión del Consorcio Lechero, quien advierte que los purines son recursos que bien manejados constituyen un aporte concreto para el productor y no un problema ni un dolor de cabeza.
La investigadora Marta Alfaro, en tanto, dio cuenta de una serie de trabajos de investigación que ha desarrollado el equipo de medioambiente de Inia Remehue que apunta al uso de estos desechos en cultivos y praderas.
Sin embargo, advierte que una mala aplicación en el suelo puede ser una fuente de preocupación, debido a los patógenos, las pérdidas y la contaminación. “Al contrario, una buena aplicación de purines es una economía”, enfatiza.
Pese a eso, hasta ahora, el uso en el suelo no es tan generalizado y tiene algunas limitantes. Según explica Alfaro, esto se debe a factores como el desconocimiento de su real aporte nutricional; el aporte desbalanceado; la variabilidad en la respuesta del suelo; y las limitaciones en la aplicación en cuanto a la época y disponibilidad de equipos, entre otros.
En ese plano, el propio Fancisco Salazar, junto a Fernando Willer, este último gerente de la empresa Aquatec, abordaron el tema de los diversos equipos de aplicación y los diferentes tipos de estanques almacenadores: los pozos purineros.
Willer señala que hay varios elementos a considerar antes de determinar el tipo y el tamaño de pozo que se utilizará.
El experto, sostiene que recolectar la mayor cantidad de datos sobre el predio y el plantel lechero es una de las clave. Ello, para determinar el volumen óptimo del pozo; las eventuales obras complementarias; las formas, medidas y taludes requeridos; y en definitiva la inversión inicial versus el costo operativo.
En cuanto a la operación del pozo, Willer remarca que es preponderante establecer un plan de aplicación; aumentar la materia seca del purín; no sobreaplicar en ciertas áreas; y usar los purines como complemento de los planes de fertilización. Y además, informar al personal de plan establecido.
Ello, como una manera de evitar que se repitan problemas que ya han podido percibir, como que el pozo es usado como basurero o que el área factible para aplicar este fertilizante natural es mínima. “Un buen manejo es un buen negocio”, afirma.
Para mostrar lo realizado de manera experimental, los asistentes al seminario visitaron los pozos demostrativos de almacenamiento de purines en la lechería de Remehue, en donde se pueden encontrar recipientes con distintos materiales, entre ellos hormigón, revestidos con polietileno de alta densidad y con PVC.
En tanto, en el sector dedicado a estudios en Ganadería y Medio Ambiente, se hizo una presentación sobre los equipos de aplicación de purines, las dosis de uso y diferentes contenidos de materia seca. Y un ejercicio práctico y demostración de muestreo y uso de kits de terreno para el análisis de los purines.

la gestión
La investigadora del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) de Argentina, Verónica Charlón, remarca que se debe considerar a los efluentes como un subproducto que se puede valorizar y reutilizar; no como un mero residuo. Y ejemplifica: las excretas de 100 vacas representan al cabo de un año un total de 576 bolsas de urea.
Charlón agrega que hay una serie de elementos que se deben considerar para elegir el tratamiento que se le dará a los purines.
Entre ellos nombra los factores operativos como el tamaño del rebaño, el volumen del purín diario, la tierra disponible para utilizar con purines y alrededores y el recurso humano y equipos disponibles en el predio.
Pero además se cuenta los factores ambientales como el tipo de suelo, el clima, la topografía, el agua subterránea y superficial y la legislación vigente.
En base a todos estos factores, se debe determinar, además, si se optará por separar los sólidos en el pretratamiento, lo que implica infraestructura y costos adicionales, pero beneficios directos como minimizar la agitación, menores obstrucciones y un bombeo posterior más expedito.
En el sur, los volúmenes son altos producto de la alta contribución de aguas de limpieza y de la lluvia, lo que hace que hasta el 75% de su composición sea líquido. Un tema que se debe corregir.

Guillermo Ramírez, profesional del Servicio de Salud de la Región de Los Ríos, expuso detalles sobre la normativa nacional relacionada con el manejo de purines de lechería.
Ramírez explica que en Chile hay tres decretos que norman la emisión de residuos líquidos a cursos de agua. Y que la Autoridad Sanitaria tiene la facultad de ordenar la inmediata suspensión de descargas de desagües, aguas servidas de
cualquier naturaleza y residuos industriales o mineros, además de exigir la ejecución de sistemas de tratamientos satisfactorios destinados a impedir toda contaminación.
Y aunque reconoce que la normativa no tiene atribuciones sobre la cantidad de purines que se puede aplicar al suelo, la época del año en que se realiza esta actividad o los equipos que pueden o no ser usados para este fin, “se debe evitar la contaminación de cursos de agua superficiales o subsuperficiales al realizarla”, pues esta parte sí es materia de fiscalización.
Del mismo modo, Ramírez comenta que hay normas a cumplir a la hora de diseñar un proyecto ganadero de envergadura, desde el punto de vista medioambiental.
En efecto, el Artículo 3º del “Reglamento del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental” en su Numeral L.3, indica que deben ingresar a Evaluación de Impacto Ambiental los planteles y establos de crianza, lechería o engorda de animales, correspondientes a ganado bovino,
ovino, caprino o porcino, donde puedan ser mantenidas en confinamiento, en patios de alimentación, por más de un mes continuado, un número igual o superior a trescientos animales

Fuente. Revista del Campo Sureño

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