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Enfermedad respiratoria en los terneros lecheros, ¿cómo prevenirla?

18 de julio de 2011

La enfermedad respiratoria es la principal causa de muerte, después de la diarrea, en las terneras de leche no destetadas. Los problemas respiratorios han aumentado un 34% en los últimos 20 años, causando cerca del 21% de la mortalidad de los terneros (NAHMS, 2007). Las terneras que sobreviven presentan un rendimiento pobre al convertirse en vacas adultas. Para prevenir este problema es importante tener en cuenta tanto las causas predisponentes como las determinantes.

Causas predisponentes

Entre las causas predisponentes encontramos:

Inmunidad pasiva

Para poder sobrellevar los desafíos microbianos inmediatamente después del parto, un ternero debe desarrollar una inmunidad adecuada. Como tiene poco tiempo para desarrollar su propio sistema inmune el ternero necesita la inmunidad pasiva recibida de su madre con el calostro. Para garantizar que el suministro de calostro transfiera esta inmunidad pasiva, se deben tener en cuenta cuatro atributos clave del suministro del calostro: calidad, cantidad, rapidez, y limpieza (Stewart et al., 2005). Lo recomendable es que los terneros reciban 3-4 litros de calostro de alta calidad en la primera hora después de nacer y 3 litros adicionales en las siguientes 12 horas. Si la ingestión del calostro es inadecuada se puede usar una cánula esofágica para asegurarse de que los 3-4 litros sean administrados en la primera hora de vida del animal. En la mayoría de las explotaciones de Estados Unidos se suministra calostro a los terneros con un balde o con un biberón. La mezcla de calostros también se está popularizando en estas explotaciones porque aumenta la competencia inmune de los terneros (o su habilidad de responder a un pool más diverso de patógenos). Cuando se mezclen calostros se debe tener cuidado de asegurarse de no incluir calostro de vacas con paratuberculosis o de vacas primerizas.

Una forma de averiguar si el calostro ha suministrado suficiente cantidad de inmunoglobulinas (IgG) es medir directamente la IgG o la proteína total en el suero sanguíneo. La proteína total en el suero sanguíneo medida con un refractómetro está altamente correlacionada con los niveles de IgG. La medición de la proteína total en el suero de un grupo de terneros es mucho más importante que las lecturas individuales. Al menos el 80% de un grupo de terneros debe presentar niveles de 5,5 g/dl o mayores (McGuirk y Collins, 2004). Si bien la administración a tiempo del calostro es crítica, también lo es su manejo, ya que puede ser un medio ideal para el crecimiento bacteriano. Si el calostro no se va a suministrar de inmediato, es muy importante que se refrigere o congele lo antes posible. Un estudio reciente en explotaciones de Minnesota y Wisconsin ha mostrado que el promedio de los recuentos bacterianos y el total de coliformes en más de 200 muestras de calostro recogidas fue 16,1 millones y 2,7 millones de unidades formadoras de colonias/ml, respectivamente (Swan et al., 2007). Por lo tanto, la primera estrategia debe ser recoger calostro bajo condiciones sanitarias estrictas y enfriarlo lo antes posible. Algunos productores están evaluando la posibilidad de pasterizar el calostro en la granja para hacerlo más seguro. Ensayos de investigación no han mostrado diferencia en la concentración de IgG del calostro crudo y pasterizado. Lo que es realmente importante es que estos ensayos han mostrado también una reducción en el promedio total del recuento bacteriano en el momento del suministro (813 y 40.738 unidades formadoras de colonias/ml para el calostro pasterizado y crudo, respectivamente (Johnson et al., 2007). Además, los terneros alimentados con calostro pasterizado presentaron niveles altos de IgG en sangre (22,34 mg/ml y 18,07 mg/ml para el calostro pasterizado y crudo, respectivamente).

Si se va a pasterizar, se recomienda utilizar un batch pasteurizer, ya que trabaja a temperaturas más bajas y calentamientos más prolongados (60 °C durante 60-120 minutos) sin que se corra el riesgo de desnaturalizar las inmunoglobulinas y, por lo tanto, reducir la calidad del calostro. Debido al coste del equipo esta alternativa está reservada principalmente para aquellas explotaciones lecheras que tienen que alimentar a un gran número de terneros en un determinado momento. No es necesario recalcar que estos pasterizadores pueden también usarse para la leche de descarte, lo cual reduce el coste de usar sustitutos lácteos.



Medio ambiente

La cría de los terneros en establos protege del frío tanto a los animales como a los empleados. El problema es que el aire cálido que no circula puede tener gases nocivos (amoniaco), olor, polvo y microorganismos (esporas de hongos, virus y bacterias). El amoniaco y el polvo pueden llegar a los alvéolos del pulmón del ternero y causar irritación y reacciones inflamatorias.

Las partículas de polvo a menudo transportan microbios que pueden llegar a los tejidos respiratorios y allí multiplicarse. La asociación entre enfermedad respiratoria y la calidad del aire en los ambientes se conoce desde hace mucho tiempo. Webster (1982) y Pritchard et al. (1981) consideraron que la calidad del aire es un parámetro de gran importancia en la neumonía de los terneros.

Otros factores que aumentan el riesgo de la enfermedad respiratoria son: compartir durante la primera semana de vida el medio ambiente con vacas, que los terneros tengan más de dos meses de diferencia de edad dentro de los grupos, que los animales hayan presentado episodios de diarrea previos y dejar a los terneros con las vacas más de 24 horas después del parto (Gulliksen et al., 2009). Mantener los locales limpios y secos para los terneros es de suma importancia para reducir la incidencia de la enfermedad respiratoria. Para reducir el número de bacterias en el ambiente se pueden aumentar el área disponible y disminuir la temperatura del corral (tabla 1). El aumento del área resulta en una menor concentración microbiana por unidad de superficie y, por tanto, menos desafío bacteriano para los terneros. El alojamiento con temperaturas bajas tiene también efectos beneficiosos, ya que el crecimiento bacteriano es menor en ambientes fríos.

Un experimento reciente comparó el rendimiento de los terneros en ambientes interiores fríos (4,7 °C) y cálidos (15,5 ºC) (Nonnecke et al., 2009).

Los terneros recibieron aproximadamente 0,5 kg (1 libra) de materia seca al día de un sustituto lácteo no medicado que contenía un 20% de proteína y un 20% de grasa. La temperatura del ambiente no tuvo efecto la puntuación de la diarrea, días con diarrea y costes de administración de electrolitos. Los terneros sometidos al ambiente frío consumieron más grano iniciador, que resultó en tasas de crecimiento similares entre ambos ambientes. Esto demuestra que los terneros necesitan una cantidad adicional de nutrientes cuando se usan alojamientos con temperaturas frías. El éxito en el rendimiento de los terneros en el medio ambiente frío depende por lo tanto de una alimentación adecuada.

Una ventilación adecuada es necesaria no sólo para reducir los recuentos bacterianos en el aire sino también para reducir la concentración de amoniaco que irrita el tracto respiratorio. Sin embargo, los productores deben ser capaces de diferenciar entre ventilación adecuada y corrientes de aire que pueden resultar en estrés por frío. En un experimento reciente (Lundborg et al., 2005), la ausencia de corrientes de aire estuvo asociada a un menor riesgo de diarrea y enfermedad respiratoria. Un ternero que está en su zona termo-neutral no va a poner en marcha mecanismos de producción o ahorro de calor para soportar el estrés por frío. Los ganaderos pueden observar a los terneros para verificar que las estrategias para combatir el frío, tales como el temblado o la pilo-erección, no se hayan puesto en funcionamiento. Una forma práctica de medir el estrés por frío moderado que no resulta en temblor es verificar la profundidad de la capa pilosa. A temperaturas ambientes de 22,8 ºC la profundidad de la capa puede ser cercana a 12,7 cm mientras que cuando ocurre pilo-erección en respuesta al frío la profundidad de la capa es de casi el doble (González-Jiménez y Blaxter, 1962).

Para resistir el clima frío los terneros necesitan una nutrición adecuada y una superficie seca y bien aislada sobre la cual descansar. Es imprescindible que los materiales de las camas tengan una buena absorción de la humedad y habilidad para mantener caliente el cuerpo. Panivivat et al. (2004) encontraron que la paja de trigo era el material más cálido en la superficie, la viruta de madera y las cáscaras de arroz presentaban temperatura intermedia y la arena la temperatura más baja. La concentración de amoniaco a 101,6 cm por encima de la cama fue también más baja para la paja de trigo. Lago et al. (2006) encontraron que la paja de trigo era más cálida y que si bien mantenía un mayor crecimiento bacteriano que los derivados de la madera (viruta y serrín), parecía ser que el problema bacteriano era superado por la habilidad de la paja de suministrar un mejor "anidado" del ternero y por tanto un mejor control sobre la temperatura ambiente.

Causa determinante: los microorganismos

Asumiendo que los terneros reciben una inmunidad adecuada con el calostro, el paso siguiente es reducir el desafío microbiano. Para lograr esto el ternero tiene que separarse de la madre lo antes posible.

Los terneros deben alojarse individualmente en corrales que les permitan evitar el contacto nariz-a-nariz entre ellos.

Este ambiente debe ayudar a combatir el estrés reduciendo la exposición a los patógenos de la vaca y a otros terneros. Debe haber abundante cama seca que suministre confort y aislamiento del frío. Se deben evitar materiales para la cama que liberen polvo (serrín), ya que éste irrita el tracto respiratorio y facilita el ataque bacteriano. Hay varias vacunas que se venden para prevenir la enfermedad respiratoria clínica del ganado. Tradicionalmente se ha mantenido que los anticuerpos que el ternero recibe con el calostro causan, por lo general, reducción de la efectividad de las vacunas que se dan al ternero pequeño. Datos de investigaciones más recientes sugieren que, en ciertas circunstancias, las vacunas de virus vivo modificado estimulan la respuesta protectora en terneros desafiados con estos agentes, aún cuando no se pueda medir una respuesta activa de anticuerpos en la sangre del ternero. Un ejemplo de esta protección es el uso de la vacuna intra-nasal para IBR/Pi3 en terneros de menos de un mes de edad.



Otros trabajos han demostrado que las vacunas contra BVDV de virus modificado confieren respuestas inmunitarias protectoras al desafío de la enfermedad cuando se administran a terneros incluso de seis semanas de edad (Zimmerman et al., 2006). Se ha publicado poco con respecto a la efectividad de las vacunas contra agentes patógenos de la neumonía bacteriana como Pasteurella multocida, Mannheimia hemolytica o Mycoplasma bovis cuando se administran a terneros muy pequeños.

Los veterinarios deben ser los profesionales encargados de desarrollar los programas de vacunación para terneros contra agentes patógenos de la enfermedad respiratoria.

Tratamiento

Una vez que los signos de la enfermedad respiratoria se hacen evidentes en un ternero, es necesaria una terapia apropiada con antibióticos.

Los antibióticos no tienen efecto sobre las infecciones virales sino que se usan para combatir las infecciones bacterianas primarias o secundarias como las causadas por Pasteurella, Mannheimia y Mycoplasma.

Los antibióticos típicamente considerados como efectivos contra las enfermedades respiratorias incluyen tetraciclinas, florfenicol, ceftiofur, tulatromicina y enrofloxacina, entre otros. El tratamiento es más efectivo inmediatamente después de la detección de los signos clínicos; los fallos de la medicación son frecuentes cuando el tratamiento no se inicia hasta avanzada la enfermedad. Otros tratamientos suplementarios como antiinflamatorios u otros fármacos pueden ser beneficiosos.

Las decisiones acerca del tratamiento deben hacerse, a ser posible, mediante el uso de resultados de sensibilidad bacteriana a los antibióticos.

Detección de la enfermedad respiratoria

Para medir el éxito del programa de calostro es muy útil tener algunos patrones de morbilidad y mortalidad de terneros. Menos del 25% de los terneros deben estar enfermos (morbilidad) y la mortalidad debe ser menor al 5% (NAHMS, 2007). Para poder evaluar la gravedad de la enfermedad respiratoria, McGuirk (2005) sugiere que se debe dar una puntuación respiratoria basada en la temperatura rectal, en las características de la descarga nasal, en la apariencia de los ojos y las orejas y en la presencia de tos (figura 1). El resultado es la suma de los puntos de las categorías de los signos clínicos (temperatura, tos, descarga nasal, ojos y orejas), donde un valor más alto indica mayor gravedad (figura 2). Se considera que los terneros están enfermos cuando tienen una puntuación de 6 o más y presentan dos o más signos clínicos de enfermedad respiratoria. 





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