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¿Cómo asegura Chile el agua?

20 de junio de 2011

La situación del agua es crítica. Atraso en 40 años en embalses y con una demanda creciente, se complica conseguir las 500 mil ha extras con riego, que es la meta al 2020. Se requiere que los sectores público y privado trabajen en conjunto.
Patricia Vildósola Errázuriz

Chile tiene agua. Mucha agua. Pero, se le escapa. El país cada año recibe cerca de 120 mil millones de metros cúbicos. Entre todas las actividades incluyendo el agua potable, industrial y agrícola, sólo se ocupan cerca de 18 mil millones. El resto... se va al mar. Y lo hace tan rápido, por la pendiente, que no alcanza a rellenar los acuíferos ni los embalses superficiales, que ya no son suficientes.

¿Qué pasó que el país se ha ido quedando sin capacidad hídrica, al punto de que la escasez de agua es una de las espadas de Damocles que se cierne sobre las 1.300.000 hectáreas con riego y atenta contra las intenciones de aumentarlas en 500 mil al 2020?

Mientras las condiciones de clima eran estables y las necesidades del país eran menores -porque había menos población y actividades productivas- éramos ricos en agua. El recurso disponible en ríos, canales, embalses y acuíferos, alcanzaba para todos.

Pero las condiciones cambiaron. Llueve menos, el agua cae en otras áreas y con otra intensidad y en lapsos más cortos -antes llovía durante casi todo el invierno, hoy, se concentra en pocos días-, por lo que corre y no alcanza a ser acumulada -los embalses son pocos- ni infiltrada. La otra fuente, la nieve, también disminuye, porque la isoterma se eleva y, entonces, no se sigue acumulando en los mismos volúmenes, y hay menos agua por deshielo.

A ello se suman sequías recurrentes y cada vez más intensas, con una demanda que crece a la par con el desarrollo económico. El resultado es que el país tiene un déficit, que ya es crítico.

Los ríos y esteros, entre la I y la IX Región, y los acuíferos al norte de Santiago, están casi agotados. Y, de acuerdo con el informe preparado mensualmente por la unidad de hidrología de la DGA, la disponibilidad de recursos hídricos está en déficit. En el caso de los embalses, la tendencia continúa a la baja, con volúmenes 17,4% más bajos respecto del mismo mes del año anterior.

Así, mucha tierra agrícola que antes no tenía problemas, hoy no cuenta con suficiente agua. Y ya están en riesgo importantes zonas agrícolas, como Copiapó, donde el acuífero está prácticamente seco.

Con el cambio climático, además, se vuelve difícil hacer predicciones. "Lo único que se puede estimar es el comportamiento del ciclo hidrológico sobre la base de los estudios que existen, que son bastante generales. Todo indicaría que estamos ingresando en la etapa húmeda del ciclo y que eso permitiría proyectar una situación más favorable para los años venideros", recalca Matías Desmadryl, director general de aguas.

Pero, aunque llueva más, la situación no se revierte. Y, en un contexto en que el agro pierde competitividad a pasos agigantados, el país no puede darse el lujo de seguir dejándose estar.

"El riego es base para la seguridad alimentaria del planeta. Se dice que el 20% del área arable está bajo riego a nivel mundial y produce el 40% de los alimentos. Chile tiene posibilidades excelentes para desarrollar el riego. Hoy el principal problema es el acceso al agua de los agricultores. Estos saben que tienen que acostumbrarse a nuevas situaciones climáticas, pero es importante apoyar a ese proceso", indica Benjamín Kiersch, oficial de Recursos Naturales y Tenencia de Tierra de la FAO.

Se vuelve prioritario, entonces, tomar medidas para suplementar los volúmenes de agua perdidos para la superficie ya bajo riego y sumar nuevas hectáreas.

Pero para hacerlo las preguntas son muchas.

"¿De dónde se saca más agua sin afectar los usos asignados? ¿Es posible en algunas cuencas? ¿A quién se sacrifica? ¿Cómo se compensa a los afectados? ¿Quién pagará por el costo extra y cada vez mayor de conseguirla? ¿Se prorratearán los costos marginales del agua "nueva" entre los nuevos y los antiguos usuarios? ¿Cómo se solucionarán los conflictos? ¿Cómo se garantizará el acceso a una de buena calidad para el uso humano?... Estos son los temas a ser resueltos con una propuesta de expansión de áreas de riego", indican Juan Pablo Rubilar y Axel Douroujeanni, de la gerencia de Agua y Medio Ambiente de Fundación Chile.

Por eso, insisten, las decisiones deben tomarse no sólo pensando en extender la frontera de agricultura bajo riego. "Chile tiene un amplio margen para aumentar su capacidad productiva en el agro, pero no debe centrarse sólo en las áreas de expansión de riego para lograrlo. Hay que recordar que habrá siempre competencia y conflictos por el agua y ello incluye las necesidades ambientales y de la población. A mayor expansión de áreas de riego mayores conflictos potenciales. Uno de los primeros desafíos es aumentar significativamente la capacidad de gestión del agua tanto con relación a la explotación de aguas subterráneas como a nivel de cuenca y sistemas hídricos interconectados", dicen.

Cualquier expansión de áreas de riego y la intervención en una cuenca deben considerar a todos los actores que participan, para así minimizar los efectos negativos.

"Muchas de las intervenciones están siendo decididas desde el exterior de una cuenca y sin conocimiento previo de las autoridades del agua. Por ello, el ordenamiento del uso del territorio (primero la zonificación) es importante. Igualmente se deberá controlar la contaminación del agua producida por el mayor uso de fertilizantes y pesticidas", dicen los especialistas de Fundación Chile.

En la DGA explican que, en conjunto con el Banco Mundial, están elaborando un diagnóstico sobre la situación del recurso hídrico en el país.

"Nos muestra una radiografía de la gestión, las principales fortalezas y debilidades. También permitirá precisar el nivel de presión sobre el recurso a futuro, incluyendo elementos como el crecimiento de la demanda de los distintos sectores productivos, el aumento de la población y los efectos del cambio climático. Este estudio será dado a conocer en los próximos días, para avanzar en soluciones entre los distintos actores, con una mirada no sólo en el corto plazo, sino fundamentalmente en el largo plazo", explica Desmadryl.

Por ahora, lo que funciona es el plan de riego, que busca asegurar el agua y sumar 500 mil nuevas ha bajo riego de aquí al 2020, explica el asesor jefe de la CNR, Felipe Martin.

Superficial y subterráneo

Entre la década del 50 y la del 60 en el país, la infraestructura de acumulación de agua para riego creció a un ritmo de 200 hectómetros al año. Pero luego se estancó. "Después de 30 años de crecimiento de la demanda por agua, ha llevado a que prácticamente todos los ríos y esteros, entre la I y la VIII Región estén agotados. Lo que es más grave, es que los acuíferos del norte hasta la VI Región están restringidos o agotados", dice Patricio Crespo, presidente del Comité de Aguas de la SNA.

Esto ha llevado a que exista una gran demanda insatisfecha. De ahí que la política nacional de riego contemple la construcción, urgente, de seis embalses -considerados dentro del programa de obras mayores- que debieran, idealmente, estar listos en los próximos 15 años, que involucran una inversión de 422 mil millones de pesos, y sumarán 817 millones de metros cúbicos, y 76 mil ha de nuevo riego.

"La idea es que partan durante este Gobierno, a más tardar en el próximo, y que se concreten antes del 2022. Estamos atrasados 40 años. Sólo queda avanzar", dice Martin. Pero aún así, la construcción es lenta: toma del orden de 15 a 20 años. Y el país no tiene tiempo para seguir esperando.

Aquí entran en juego los acuíferos subterráneos.

"El país dispone de un gigantesco embalse subterráneo que cuenta con más de 400 mil millones de metros cúbicos, que significan que aún si no lloviera, habría agua por siete años. Sin embargo, no se trata de llegar y sacar el agua", explica Crespo.

Lo que se viene haciendo, es sacar el agua de relleno anual de los acuíferos, por lo que no alcanzan a recuperarse.

"En el tema de las aguas subterráneas no está claro si hay una sobreexplotación. En el norte se sabe porque los agricultores cada vez tienen que ir más abajo. En este tema se necesita más control, más capacidad para establecer la disponibilidad real del acuífero para prevenir que en el futuro haya una escasez de agua", dice Kiersch.

Lo que agrega complicación es que, a medida que se seca el acuífero, se compacta y pierde su condición de embalse.

La alternativa es rellenarlos artificialmente. Y para ello bastaría establecer sistemas que atajen el agua por más tiempo, para que alcance a infiltrarse.

Llevar el agua

Esas obras tienen que serconstruidas por privados, en sus campos, y, en muchos casos la plata no alcanza. Sin embargo, existe la posibilidad de que se acceda a apoyo estatal a través de la segunda pata del plan nacional de riego, que se enfoca en las de obras medianas y sistemas de distribución, y cuenta con un presupuesto de 35 mil millones de UF con el objetivo de sumar 211 mil ha de nuevo riego al 2022.

"Se está buscando una modificación de la Ley de riego 18.450, para incentivar a que los privados construyan sus propias obras, y que la CNR las apoye económicamente, con un porcentaje, una vez construidas. Dentro de esto se pueden acoger los sistemas de infiltración artificial de acuíferos", explica Martin.

Despejado el tema legislativo, se estima que en un máximo de un año y medio el sistema podría estar operando.

Además, el plan de riego contempla una inversión de 26.600 millones de UF, al año 2022, para seguridad de riego, de Santiago al norte; y para incorporación de nueva superficie, desde la capital al sur donde se piensa en la incorporación de 254 mil hectáreas de nuevo riego reales.

Lo nuevo es que todos los proyectos deben considerar no sólo el estudio de la obra, sino su administración, gestión e incluso la posibilidad de generar negocios alternativos.

"Todos los estudios que se están desarrollando tienen una línea multipropósito y cuentan con encadenamiento completo. Por lo tanto, tienen que generar todos los beneficios para la sociedad. Además, se consideran adicionales, como turismo e hidrogeneración. Pero si no hay una organización de usuarios constituida, el estudio no se va a realizar", dice Martin.

Lo que se busca es evitar que ocurra lo que pasó, por ejemplo, con el embalse Convento Viejo, en que se construyó el embalse, pero no las obras de distribución.

El experto de la FAO hace, eso sí, un llamado de atención a no descuidar la sustentabilidad.

"Hay que prestar mucha atención a todos los elementos. Por ejemplo, cuando se piensa en revestir un canal de tierra, hacerlo puede significar que se limite la posibilidad de infiltración del acuífero; entonces, se estará llevando más agua al campo, pero eliminando la posibilidad de que se recupere el acuífero. Todo debe ser analizado muy cuidadosamente", dice.

Qué significa la adecuación

Si los los privados invierten en los sistemas de infiltración artificial, el Estado los apoya y, además, construye los embalses, podría haber tierras incorporándose a nuevas producciones y que Chile adquiera nueva fuerza como productor global de alimentos.

Pero tiene un costo.

"Estos cambios tienen que hacerse sobre la base de proyectos que los paguen. Por ejemplo, si me construyo un pozo y saco agua a 80 metros de profundidad, el costo del metro cúbico, incluida la energía, puede ser de 20 mil pesos anuales. El valor final dependerá del cultivo. Pero por ejemplo, una hectárea de maíz, con riego de pivote, podría significar $200 mil al año, y genera un millón de pesos. Es decir, se paga", enfatiza el representante de la SNA.

Esto implica cambios como una mayor introducción de tecnología, que hagan más eficiente el uso del recurso. Y también implica un cambio en la relación con el recurso.Por ello, actualmente desde el Minagri, a través de la Comisión Nacional de Riego, tienen un programa para promover el cuidado del recurso. Pero, además, se vuelve prioritario capacitar a todos los involucrados.

"A nivel de ingeniería, de tecnología, tenemos profesionales altamente especializados, pero falta genete preparada para ocupar estos equipos, los que utilizan esa agua", explica José Miguel Morán, presidente de Agryd.

Lo que está claro es que no se puede seguir con la inercia. Por ello la propuesta es que la sociedad, y los distintos sectores productivos, públicos, privados, consumidores y usuarios, trabajen unidos, busquen alianzas para hacer más eficiente el uso y el financiamiento (ver reportaje con experiencia en Elqui).

"Los agricultores; pueden unirse con inversionistas, como las mineras; los recursos a largo plazo los aportan las compañías de seguro y las AFP. Se hacen sociedades para administrarlos. Es una forma de dar velocidad al proceso", insiste Crespo.

Como dicen Rubilar y Douroujeanni "Hay que recordar que el agua es como una reserva monetaria, una reserva de vida y de desarrollo".

Punilla, Lonquén, Chacrillas, Puntilla del Viento, Chironta y El Blanco serán los próximos seis embalses que se construirán.

Fuente: Revista del Campo-El Mercurio

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