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Agroforestería: La clave para sacarle más rinde a la tierra

8 de noviembre de 2010

Juntar actividades forestales, agrícolas y ganaderas, permite alcanzar el máximo del potencial de los suelos.

En la zona de Retiro, Región del Maule, en un predio de tres mil hectáreas, novillos, bueyes y caballos pastan sobre praderas de ballica y trébol, a la sombra de cientos de hectáreas de álamos, pinos y eucaliptos, y a cultivos de maíz, habas y arándanos. El giro principal de la Compañía Agrícola y Forestal El Álamo es la producción de madera para la fabricación de fósforos, palos de helados y otros productos, pero también se dedica a la agricultura y no son pocos los impactos económicos que la coexistencia forestal-agrícola provee, a pesar de que ambos sectores, por lo general, son vistos como agua y aceite.

Lo que realizan en El Álamo, desde hace unos 20 años, es un caso exitoso de agroforestería, o lo que los técnicos definen como sistema integrado de producción silvoagropecuaria. O sea: "La combinación del manejo de árboles con cultivos y/o animales en una misma unidad de terreno, con una secuencia específica en lo espacial y temporal", como lo define Roberto Garfias, académico del Departamento de Gestión Forestal de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Chile.

El cóctel resultante es positivo por donde se le mire. Los árboles ofrecen protección al viento y cobertura para los animales durante los meses de verano, con lo cual también se previene la evapotranspiración de los cultivos. El ganado saca partido del forraje, controla las malezas y mantiene fertilizado el suelo. El propietario se diversifica y extrae dividendos en distintas fases del proceso.

El sistema no es nuevo. Los primeros en utilizarlo fueron los neozelandeses, en 1969, modelo que combinó bosques con praderas y ganado.

En Chile, al sistema no se le ha sacado partido, aunque existe gran potencial, en tiempos en que la tarea es maximizar el uso del suelo y generar más rentabilidad.

"El rendimiento de los cultivos es similar al de terrenos abiertos, descontando la superficie utilizada por los álamos. Eso mejora la rentabilidad, al disminuir los costos de la plantación de los álamos", dice Fernando Stevens, gerente forestal de El Álamo.

"El sistema -explica Stevens- consiste en aprovechar el espacio que se intercala entre las plantaciones de álamos para la producción agrícola durante los dos primeros años posteriores a la plantación, debido a la baja interferencia de las plantas sobre la luminosidad que llega al terreno. Eso permite maximizar el uso de la tierra y mejorar la rentabilidad del cultivo forestal". Posteriormente, se deja crecer la pradera y se permite el ingreso del ganado, una parte usado para engorda y otra como animales de trabajo. Éstos ayudan en el control de la maleza, disminuyendo la competencia por nutrientes y agua. Además, fertilizan el suelo, a través de los desechos orgánicos, con lo cual se evita la aplicación de agroquímicos.

Otra modalidad de agroforestería es la cortina cortaviento, especialmente usada para proteger frutales. Ésta tiene, además, la ventaja de mantener el balance hídrico de los cultivos al disminuir las consecuencias negativas de los flujos de aire excesivos. Según Garfias, las hileras de árboles permiten proteger una superficie equivalente de 2 a 5 veces la altura de la formación forestal, dependiendo de las características del lugar.

Para que sean efectivas, las cortinas cortavientos deben ubicarse en forma perpendicular al flujo de aire y plantarse en filas paralelas y sucesivas, desde la más baja (donde golpea el viento) a la más alta, para lograr que el aire cambie su dirección y se despegue del suelo.

El académico sugiere utilizar especies de rápido crecimiento, como el eucalipto, para el estrato superior; especies nativas, como el quillay y el maitén, para la hilera intermedia, y árboles con espinas para la fila más baja, de manera que también opere como cierre natural del predio. "Sin embargo, la decisión dependerá de cada situación específica".

"En Chile hay entre dos a tres millones de hectáreas de suelos potencialmente forestables, de los cuales un tercio puede ser incorporado a sistemas agroforestales", explica el director de Infor Biobío, Álvaro Sotomayor. Eso equivale a un área entre 0,7 y un millón de hectáreas.

A lo anterior se agrega una cantidad no determinada de suelos dedicados a la agricultura y ganadería, pero con bajos índices de productividad, que podrían pasar a un diseño agroforestal.

Añade un dato importante. Según un estudio de Infor, el 90% de los productores prefiere forestar con sistemas agroforestales antes que con forestación tradicional.

La oportunidad está. Los sistemas integrados y la maximización de los beneficios también. La clave está en introducir los árboles en forma inclusiva y no competitiva con los usos agropecuarios.

Los Modelos en bogaSistemas agroforestales de mayor uso en Chile:

Sistemas silvopastorales. Combinan árboles y/o arbustos, ganado y pradera en un mismo sitio. De los árboles se puede obtener madera y protección para el ganado, como también para el suelo. El ganado genera un ingreso, por la carne y otros productos.

Agrosilvicultura. Combinan árboles y/o arbustos con cultivos agrícolas en la misma unidad predial. En este caso se
pueden asociar cultivos agrícolas en forma de callejones entre las hileras de árboles.

Cortinas cortavientos. Están diseñadas para la protección de cultivos agrícolas, ganado e infraestructura. Son una o más hileras de árboles, perpendiculares al viento, como barrera para detenerlo o reducirlo.

Protección de riberas y cursos de aguas. Se utilizan árboles, arbustos y pastos, en la ribera del curso de agua. Reduce la erosión, atrapa contaminantes y mejora el hábitat.
Potencial del manejo integrado Para el presidente electo de la Corporación Chilena de la Madera (Corma), Fernando Raga, el potencial de la agroforestería aún no ha sido explorado, "pero puede impactar con más fuerza entre los pequeños y medianos productores". Agrega que este segmento cuenta con más de ocho millones de hectáreas, el 40% de las cuales corresponde a cultivos y praderas. "Si consideramos sólo una fracción, aún sería un potencial interesante", afirma.

Según Raga, se podría hacer una gran contribución al combate de la erosión en más de tres millones de hectáreas de suelos descubiertos de protección vegetal.

 

Fuente. Revista del Campo- El Mercurio.

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