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LOS CINCO COMPROMISOS DEL DIRECTOR DEL SAG

24 de septiembre de 2018

 Horacio Bórquez promete liberar de fumigación a las exportaciones de uva de la III y IV Región, poner 100% en funcionamiento el sistema de trazabilidad bovina, mejorar la tecnología para monitorear y controlar plagas, erradicar la brucelosis y avanzar en los cambios o término de las normas de tipificación de la carne.

"Uno vuelve a su raíz profesional o a los lugares donde, a lo mejor, debe estar', responde sonriendo Horacio Bórquez, cuando se le recuerda que volvió a la dirección del Servicio Agrícola y Ganadero después de una fallida candidatura a diputado —'loco por Ñuble' fue su eslogan— y de ser mencionado como posible intendente de la nueva Región de Ñuble, y de un paso, en la anterior administración del Presidente Sebastián Piñera, como subdirector, asesor del Ministerio de Agricultura y finalmente director del SAG.

En esta segunda pata, Bórquez hace al menos cinco compromisos para cumplir en su mandato: lograr que esté vigente el system aproach para las exportaciones de uva de mesa a Estados Unidos desde la III y IV Región; el funcionamiento al 100% del Sipec Web de trazabilidad animal; erradicar la brucelosis bovina; avanzar con lo que decida el sector privado respecto de la tipificación de la carne, y mejorar la tecnología para la prevención y monitoreo de plagas.

Médico veterinario, el director del SAG lleva una vida dedicada al procesamiento de la carne, con casi dos décadas en la gerencia general de Carnes Ñuble.

Bórquez regresa a uno de los servicios públicos con más responsabilidades en el área agrícola, ya que debe proteger el patrimonio fito y zoosanitario, negociar acuerdos para las exportaciones agropecuarias y fiscalizarlas, vigilar las fronteras para que no ingresen plagas o enfermedades, administrar los recursos del programa de recuperación de praderas, los registros de plaguicidas, la producción de vino y el registro de las variedades agrícolas protegidas, entre otros. Para eso propone un mayor desarrollo tecnológico y revisar procesos anticuados.

—¿Es suficiente el presupuesto del SAG para las demandas que tiene?

—Nunca es suficiente. Los presupuestos, en general, demuestran siempre que son pequeños para las necesidades que tienen los servicios, la gracia es poder administrar lo mejor posible con las lucas que haya.

—Se habla de restricciones presupuestarias, ¿prevé una batalla fuerte en los próximos meses?

—Los hechos van a decir solos las necesidades de los servicios del ministerio, porque ya estamos llegando a los 15 mil millones de dólares en exportaciones y 20 mil millones en cuatro a cinco años más. Se comprenderá que el cuidado de ese patrimonio, y por qué no decirlo, de esas exportaciones, ya es un tema de seguridad pública, casi de seguridad nacional, y por lo tanto, habrá que convencer a las autoridades de que esto debe ser así.

—¿Cuál sería su propuesta ideal de presupuesto? 

—Que podamos recibir platas cuando tengamos emergencias. Eso es lo que andamos buscando, porque cada vez que tenemos una emergencia de mosca de la fruta, por ejemplo, tenemos que salir a buscarla sin que esté en el presupuesto normal. Posteriormente tenemos que buscar fórmulas, con nuestro propio presupuesto, para solucionar el problema. Un fondo público-privado es lo que estamos explorando.

—¿Esta va a ser su revancha? La otra vez entró al SAG en un período en que se había expandido la lobesia botrana y Europa se había cerrado a las carnes...

—Efectivamente nos tocó en ese minuto bailar con la fea, pero a pesar de eso salimos de los problemas. No los solucionamos absolutamente. Salvamos el tema de los arándanos a Estados Unidos, que era un problema no menor, y recuperamos las exportaciones de carnes a la Unión Europea.

Y el camino lo siguieron los que vinieron después. Creo que necesitamos mejorar nuestra respuesta, que sea más rápida. Para eso necesitamos mejorar nuestra tecnología y nuestros procesos, algunos anticuados que tenemos que revisar, porque al SAG lo empezaron a poner a cargo de tantas cosas que finalmente tuvo un desarrollo explosivo, pero con una institucionalidad antigua.

—¿Está conforme con como recibió el SAG?

—Esta es una gran institución que no cambia mucho. Sus técnicos y profesionales tienen muchas capacidades y conocimientos. Hay algunas situaciones en que uno podría decir: mira, hubo un aumento de presupuesto fuerte, ¿dónde se fue? Pero creo que finalmente está en algunos cambios que fueron buenos para el servicio, como el traspaso de mucho personal de honorarios a contrata, y eso tiene un costo alto. No se podía seguir permanentemente en una situación así. Incluso podrían haberse generado ilegalidades, porque los que estaban a honorarios no eran funcionarios públicos propiamente tales y tenían que ejercer algunas funciones como si lo fueran. 

—¿Da para investigar? —Creo que no. Igual se están haciendo las auditorías que corresponden, pero en lo personal me da la impresión de que el servicio continuó funcionando más que razonablemente.

ELIMINAR O CONTROLAR LAS NUEVAS PLAGAS

—El SAG está muy presionado, hay ingreso de nuevas plagas, ¿cuáles serán sus prioridades?

—Ha llegado el momento de decir que todo lo que hemos hecho bien tenemos que mejorarlo, porque se nos vienen crecimientos y no podemos arriesgar que nos cambie esta situación.

—¿Qué significa eso? —Significa hacer cambios tecnológicos, revisar procedimientos y procesos, digitalizar mucho más el servicio. Me encontré, por suerte, con que el servicio contrató un programa computacional en que está todo relacionado.

Eso debería haberlo tenido hace muchos años, porque por fin ya no se manejan las personas, la administración, las finanzas, por separado. Me llama la atención que no lo hubiéramos hecho antes, incluida la época mía.

Estamos buscando fórmulas para hacer que nuestras capacidades fiscalizadoras sean más ágiles, más modernas, que podamos llegar a más gente con la fiscalización, no solo por la vía de la visita. Es que fiscalizar deficientemente genera malos sistemas competitivos. 

—¿En qué puede consistir esta modernización?

—Fiscalizar mal genera competencia desleal y una serie de problemas que no queremos. Entonces hay que entrar en una modernización desde el punto de vista de los procesos propiamente tales para ver cómo los simplificamos, cómo los tecnificamos con un sistema mucho más moderno de digitalización. Para la vigilancia hay tecnolo- gías que hemos visto y conocemos, y hay que probarlas. Como trampas automáticas que avisan que cayó tal mosca y no se necesita andar permanentemente persiguiendo cada trampa. Eso permite una vigilancia más rápida y más amplia, porque uno nota las presiones que hay de ingreso de plagas, en el mundo en general y especialmente aquí, alrededor nuestro.

Esto requiere, por ejemplo, pensar ya en una división o en un departamento de inteligencia sanitaria, ya tenemos algo incipiente, que prevea lo que nos pueda llegar, que sepa por dónde van pasando determinadas plagas o enfermedades.

—La última plaga es la drosophila, mosca que provoca inquietud en los fruti-cultores...

—No fuimos capaces de pararla a tiempo, y ya está. Ahora hay que aprender dos cosas. Agradecer primero que no es cuarentenaria y, por lo tanto, no altera los mercados y, lo otro, determinar cómo la vamos a combatir. Queremos entrar en un sistema, que a mi al menos me gusta mucho, que es una asociación público-privada en la que discutimos cómo hacemos las cosas en conjunto, con cuánto ayudamos nosotros y con cuánto se pone el mundo privado.

—Eliminar o controlar, ¿a qué apuestan?

—Mi visión es que ya eliminar va a ser muy difícil, creo que hay que pensar en control. Llevamos casi dos años de emergencia y así y todo no la hemos podido eliminar. Creo que más bien tenemos que pensar en cómo somos capaces de controlarla y a largo plazo disminuir o terminar con ella.

—¿Con la lobesia también?

—Lobesia es un trabajo de largo plazo. Hay avances que nos han permitido estar en statu quo, por lo menos a nivel internacional, que no nos deja mal parados y nos permite hacer nuestros negocios. Avanzar hacia la eliminación en algunas zonas, como en la III y IV Región, sería un tremendo éxito.

Más al sur es más complejo, porque la tenemos metida fundamentalmente en el mundo urbano y ese control es muy difícil. Estamos buscando un par de controladores naturales y en pocos días más haremos el primer lanzamiento, acompañado de la confusión sexual que es otra parte, y tendremos que buscar otros sistemas adicionales, que pueden ser fumigaciones muy especiales en parrones de las casas.

—¿Se podrá implementar system aproach en la III y IV Región y evitar la fumigación que daña la fruta en EE.UU.?

—Sí. Vinieron los técnicos norteamericanos en febrero y hace dos semanas llegó el informe. Ellos ven con buenos ojos la posibilidad de erradicación en esas regiones y avanzar en el system aproach; no así de Valparaíso hacia el sur, donde estamos complicados. —¿Para la próxima temporada?

—Estuve en Copiapó en un congreso y nuestro compromiso como servicio fue hacer todos los esfuerzos para poder lograr este sistema, ojalá en la próxima temporada.

—Hay demanda por carne bovina, pero poca materia prima, ¿qué hará para que haya más animales para exportación?

—Primero, tenemos que tener el Sipec Web funcionando bien. Hay un compromiso del Departamento de Tecnología Interna de que eso tiene que funcionar perfecto en el menor lapso posible. Segundo, vamos a buscar un sistema de certificación predial, que nos permita alrededor de la trazabilidad sumar todos los demás controles que se hacen, como de medicamentos, de promotores de crecimiento, de bienestar animal y otros, y relacionarlos con el predio.

Nuestro compromiso es hacerlo antes de un año. Eso nos va a permitir exportar con mucha simplicidad a más del 80% de los países del mundo. Y lo más seguro es que, además, convenzamos a otros países, como China, de que nuestro sistema de trazabilidad y la no aplicación de hormonas está en ese mismo sistema. Es terminar con el Pabco —planteles bajo certificación oficial— y generar í esta información predial.

Si eso sale tan redondo como me lo imagino, creo que va a servir para aplicarlo a las importaciones y decir: tengo este sistema predial de aseguramiento de la calidad de mis animales, de limpieza, inocuidad, ¿por qué no me muestra el que tiene usted? Le falta tal cosa, ¿qué le parece si transamos y en un año más me lo tiene? Si no, lamentablemente va a tener que disminuir sus exportaciones a Chile, porque nosotros vamos a importar desde los países que tienen lo mismo que nosotros.

TERMINAR CON LA BRUCELOSIS
—Está pendiente avanzar en sanidad animal, ¿qué avances espera lograr?

—Es un compromiso que hice con el servicio y con la Alta Dirección Pública de terminar con la brucelosis de aquí a que termine el período en que voy a estar. Y vamos a buscar enfermedades que están muy cercanas de ser eliminadas y que hay que reestudiar, porque están medio abandonadas, para decirle al mundo que no las tenemos. 

—La tuberculosis tiene muchos años con diversos programas de erradicación... 

—Es un tema no menor el que toca. Efectivamente, la tuberculosis es un problema que lleva muchos años y que es muy difícil de erradicar. En el primer período Piñera generamos un programa de control más fuerte de la tuberculosis y con intenciones de erradicar en algunas zonas, pero posterior a nuestra salida no lo encontramos... Creo que vamos a reintentar hacerlo. La tuberculosis es una enfermedad que nos dificulta algunos mercados, ojalá pudiéramos erradicarla. 

—La cadena de la carne cuestiona la norma de tipificación que ha hecho que no compita en igualdad de condiciones con el producto del Mercosur. ¿Está de acuerdo? 

—Si el Estado se mete en calidad, para mí siempre ha sido delicado. En lo básico —como la sanidad— tiene que meterse, pero la calidad en general es creciente en la medida que el consumidor la quiera. Yo puedo tener un tremendo auto si es que lo quiero y si no, el fabricante, por muy buen auto que haga, va a tener que bajar la calidad, porque es lo que estoy dispuesto a comprar. Entonces es una cosa en la que el Estado, siento, no debió haber entrado.

Con eso se le quitaron oportunidades de desarrollar marcas. Pero hoy no me corresponde ser el protagonista del tema. Yo espero que nuestros ganaderos y la cadena se pongan de acuerdo para terminar o cambiar la tipificación. Estamos claros en que todos están disconformes con lo que existe y no podemos seguir año tras año quejándonos de lo que tenemos sin tomar alguna acción frente a eso.

Estamos esperando ver cuál es la decisión de la cadena. Nosotros hemos estudiado un par de propuestas, pero no las vamos a dar a conocer hasta que conozcamos la del mundo privado. Estamos disponibles para cambiarla o para terminarla.
 
Fuente: Revista del Campo- El Mercurio
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