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Los extraños días que vive la ganadería bovina

16 de enero de 2012

La ganadería bovina vive una dicotomía. Por una parte los precios del ganado en pie suben como la espuma. Por el otro, la faena sigue cayendo y con ello el consumo aparente de los chilenos.
Lo cierto es que el vacuno ha perdido terreno frente a sus competidores (pollo y cerdo) en los últimos 20 años.
En ese escenario, la disminución del rebaño bovino nacional preocupa. Se trata de un tema que aparece de manera constante en las discusiones sobre los desafíos del sector pecuario. Casi como un clamor.
Así, mientras algunos señalan que la masa ganadera crecerá cuando el negocio sea lo suficientemente rentable, otros creen que se deben generar políticas de fondo para el incremento de las existencias bovinas. Un tema para largo.

En cifras, los datos entregados por la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa), muestran que en lo que respecta a precios, éstos siguen alentadores para la industria bovina, ya que el promedio acumulado en pesos nominales alcanzó 968 pesos por kilo vivo de novillo hasta noviembre de 2011, precios que no se habían registrado al menos en los últimos seis años. Eso pese a una caída en el último mes, lo que es considerado habitual en el ciclo anual.
En el lado de la producción de carne, ésta mantuvo una tendencia negativa durante enero-octubre de 2011, acumulando una baja de 10,6% en comparación con el mismo periodo de 2010.
Entre los que señalan que hacen falta políticas estatales que permitan darle sustentabilidad al negocio, está el presidente del Clúster de la Carne y del directorio de la empresas Mafrisur-Tattersall S.A., Ljubo Goic.
El directivo explica que hasta el momento la política más importante que se ha implementado en el país para incentivar la producción, es la mejora de suelos degradados; no obstante, afirma que se requiere incorporar otras medidas que la complementen. “Nuestro problema es que debemos aumentar la productividad y eso se logra con planes para aprovechar de menor manera los forrajes”, agrega Goic, quien reconoce que estos procesos son lentos.
A juicio del gerente del grupo de empresas Feria Osorno, Harry Jürgensen, en estricto rigor en Chile no hay políticas para aumentar la masa ganadera. “Se ha pretendido aparentar de que hay. Yo llevo más de 45 años en el sector, he participado como en 30 programas de desarrollo ganadero y ninguno ha tenido impacto positivo. De hecho, la masa ganadera actual del país es similar a la que existía hace 45 años”, advierte.
Y añade que la merma en el número de bovinos es un fenómeno que se está dando a nivel mundial. En el caso específico de Chile, se han perdido cerca de un millón de cabezas de ganado en la última década, lo que representa una caída de 20%.
“El Estado debe velar porque el negocio de la ganadería sea rentable y esto no se ha hecho”, enfatiza Jürgensen.
Pese a ello, de cara al futuro, hay visiones optimistas. El gerente técnico de la Sociedad Agrícola y Ganadera de Osorno (Sago), José Antonio Alcázar, espera que dentro de los próximos dos años exista un leve repunte en la masa ganadera debido al proceso de retención de vientres que se vive en la actualidad.
Sin embargo, cree que este proceso bien podría verse afectado por alguna coyuntura externa, por lo cual es necesaria una política nacional que vaya de la mano con las expectativas del negocio.
“No han existido políticas tendientes a aumentar la masa ganadera. La única vez que se aumentaron los vientres, que fue por un control del mercado, fue en el Gobierno de la Unidad Popular”, recuerda Alcázar.
Lo que más lamenta el gerente de Sago es que cualquier medida que se implemente ya es tardía. De hecho, recuerda que durante la última década, tras un largo periodo de precios bajos, muchos productores se cambiaron de rubro. “Esto es difícil de recuperar, porque liquidaron 30 años de trabajo genético que no se recuperarán”, afirma el representante del gremio osornino.
El ganadero Harold Brethauer, explica que todavía están en un proceso de retención de vientres, que comenzó en 2010, por lo que la recuperación del número de ejemplares demorará en repuntar cerca de tres años. Claro, cuando sube el precio del ganado, se tiende a retener vientres para encastar más vaquillas, lo que implica que se reduce el número de vacas para matanza, a fin de aumentar la población bovina.
“Actualmente hay algunos incentivos de precio, el problema es que éstos no existían entre los años 2007 a 2009, por lo tanto se redujo dramáticamente la población bovina en Chile”, dice.
Según Fanol Barrientos, asesor predial, la necesidad de contar con políticas de Estado claras en materia ganadera es uno de los principales requerimientos para subsanar la situación que aqueja a los productores.
A su modo de ver, un punto fundamental es el financiamiento, pues los productores de carne no cuentan con buenas opciones de crédito y además el acceso es demasiado caro, lo que se suma a la incertidumbre constante que tiene el mercado.
“Las políticas públicas deberían entregar apoyo a través de entidades como Corfo, con buenos créditos blandos, a largo plazo, donde se pueda dejar como garantía los mismos animales”, asegura Barrientos.

el dl 702
En la Federación Nacional de Productores de Carne (Fedecarne) han señalado que hoy el rubro pasa por un buen momento pero que no tiene que ver con un plan de acción, sino más bien con un escenario mundial de escasez de oferta y con ello altos precios. “Sin hacer mucho se nos arregló el negocio”, reconocía Christian Arntz a Campo Sureño hace un par de meses.
En ese plano, en Fedecarne consideran que es clave mejorar aspectos productivos: hoy el promedio bordea los 300 kilos de carne por hectárea. Y la idea es poder duplicar este índice, llegando a 600 kilos por hectárea, a través de herramientas de gestión predial y de aplicaciones de tecnología, manejo de pastoreo, genética y capacitación.
A eso, suma la necesidad de contar con el llamado “Decreto 702” que incentive el desarrollo del sector ganadero, tal como se hizo en su momento con el DL701 para el sector forestal. Se trata de un instrumento que nació en 1974 como una respuesta a la necesidad del país de disponer de masa forestal que permitiese abastecer a la industria en crecimiento. Algo que se busca replicar ahora, para con incentivos y bonificaciones para la ganadería.
Lo cierto es que la caída en la oferta faenable se siente en los mataderos del país. Muchos incluso cuentan con capacidad ociosa.
En el caso de Mafrisur –en Osorno-, actualmente están haciendo todos los esfuerzos posibles para usar el 40% de capacidad industrial que no están utilizando. En Frigosor, en tanto, la faena se complementa con bovinos de la zona sur y vacas de recambio.

Fuente: Revista del Campo Sureño

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