El estrés térmico en el engorde a corral
8 de octubre de 2011
El frío provocado por el barro por un lado y el estrés por calor en vacunos engordados a corral, por el otro, afectan la performance productiva, el bienestar animal y el resultado económico del negocio, explicó Terry Mader, profesor e investigador estadounidense responsable de la Estación Experimental de Concorde de la Universidad de Nebraska, Estados Unidos.
Mader, que estuvo recientemente en la Argentina en Uruguay, es especialista en estrés ambiental en ganado de carne.
Junto con técnicos de la empresa Teknal SA analizó las variables climatológicas en distintas zonas de ambos países para determinar el impacto económico del barro y el estrés por frío, como también del índice temperatura humedad (ITH) y el estrés por calor y su impacto sobre la eficiencia de los planteos de engorde a corral. En ese sentido Mader recomendó inversiones en instalaciones y corrales, en aspersores o sombra y principalmente en la implementación de estrategias de manejo y alimentación.
Durante su paso por la Argentina dijo que el barro que se genera en los corrales, al humedecer el pelaje del animal neutraliza el efecto aislante del pelo y puede aumentar las pérdidas de calor entre 3 a 6 veces. Con profundidades de barro de entre 5 a 10 centímetros, tomado desde la pezuña, las pérdidas económicas rondan el 2 a 5 por ciento. De aquí en adelante el deterioro económico es exponencial aumentando el costo de kilogramos producidos el 7, 26 y 71 por ciento para profundidades del barro de 15, 30 y 45 centímetros, respectivamente.
Agregó que el impacto del barro puede verse agravado inclusive por la interacción de otros factores como temperaturas cercanas a 0 °C, velocidades del viento superiores a 16 kilómetros por hora y lluvia.
Entre las medidas más importantes de mitigación el especialista recomendó comenzar con corrales limpios de residuos (bosta); mantener áreas secas (lomadas); aumentar la asignación de espacio por animal en el corral; maximizar el drenaje de agua fuera de los corrales; engordar animales más livianos y el uso de cama (rollos de baja calidad), que podría disminuir el impacto del barro entre 30 a 70 por ciento.
Temperatura, humedad
Respecto del estrés por calor el problema está relacionada principalmente con el ITH. A medida que más alta sea la humedad y/o la temperatura, y este índice permanezca durante más tiempo por encima de un umbral crítico mayor será la probabilidad de sufrir los efectos nocivos del stress por calor.
Además la radiación y la velocidad del viento son variables que exacerban o mitigan los efectos de la temperatura y la humedad. La carga calórica excesiva puede ser reconocida en los animales mediante la observación de una frecuencia respiratoria aumentada, cambios en el comportamiento y/o caídas de consumo de materia seca.
Mader, con más de 25 años de experiencia en esta área de investigación, recordó que dietas con altos niveles energéticos generan más calor corporal que aquellas con mayores niveles de forraje.
El impacto económico del stress por calor está medido por el aumento en el requerimiento de los animales, las caídas de consumo y la mortandad.
El especialista sugirió para disminuir su impacto en los corrales la utilización de sombra; aspersión moderada; aumentar la asignación de bebedero por animal de 2,5 a 7,5 centímetros por cabeza ya que el consumo de agua en verano puede duplicarse o triplicarse; localizar los bebederos en el centro del corral y no en la línea del alambre para evitar hacinamiento; tener los movimientos de hacienda completados lo más temprano posible en verano; mojar en partes el piso de los corrales (la evaporación del agua en la superficie mojada mitiga el aumento de la temperatura); aumentar los niveles de fibra en las dietas en meses críticos de verano, o en su defecto restringir el consumo de materia seca, y cambios en la estrategia de manejo de comederos para desacoplar los picos diarios de calor metabólico de los animales.
Fuente. www.Agromeat.com
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