Expertos dictan la pauta para un nuevo plan de mejoramiento genético bovino
29 de agosto de 2011
¿Puede Chile tener ganado de una calidad homogénea y con características más estandarizadas que permitan rendimientos productivos -en leche y carne- más óptimos y parejos?
La respuesta, según los expertos, es que sí. Sin embargo, el proceso que culmina con la selección y reproducción -por características genéticas- de los mejores animales no es tan simple.
Lo cierto es que Indap viene desarrollando desde 2007 un trabajo en esa línea, aunque con resultados limitados y poco visibles.
En ese entonces se anunció la puesta en marcha del Consejo Nacional de Mejoramiento Genético de Ganado que se ocuparía de definir los principales lineamientos y las políticas destinadas a los productores de carne bovina y ovina, para que mejoren sus estándares productivos, reproductivos y la calidad de los productos cárnicos en función de las demandas del mercado.
Hoy, cuatro años después, el Indap apunta a un plan más agresivo. Así lo señaló a Campo Sureño el director del organismo, Ricardo Ariztía, quien afirmó que el programa que ha estado operando no es suficiente.
“El plan de mejoramiento genético que venía desarrollando Indap, tenía una cobertura de no más allá del 3% de las vacas. Por lo tanto, eso no es un programa de peso. Nosotros queremos abarcar un universo mucho más grande”, explicó el personero.
En concreto, según Ariztía, el programa genético que existe en Chile tiene una cobertura de unas 12.000 vacas sobre un universo de medio millón que estaba en manos de la pequeña agricultura.
“Creemos que debemos ser mucho más agresivos para mejorar la genética. Esto significa más kilos de carne por hectárea. Tenemos un trabajo muy interesante desde esa perspectiva. Tenemos el borrador y estamos en la etapa de discusión de este documento”, señaló, comentando que antes de fin de año debería esta operativo.
La pequeña agricultura es clave. Claro, en Chile, del total de explotaciones pecuarias (329 mil 705), un 84% está en poder de los pequeños y micro empresarios campesinos; y del total de cabezas de ganado bovino, el 42% está en predios de pequeños agricultores.
¿qué hacer y cómo?
Para los especialistas, es clave en primera instancia definir qué es lo que se quiere hacer, para qué y qué objetivos se persiguen, pues un plan de mejoramiento genético es una carrera de largo aliento, no una de velocidad.
La materia prima, señala el investigador en Genética y Biotecnología Animal de Inia Carillanca, Jaime Piñeira, está. “Chile posee una gran diversidad genética producto de que por años hemos introducido y adaptado una gran cantidad de especies y razas ganaderas. Dicha diversidad es la materia prima para cualquier programa de mejoramiento genético”, afirma.
El director del Centro de Inseminación, Reproducción y Manejo Animal (CIA/Cenerema), Jorge Oltra, considera que lo primero que se debe hacer es determinar con exactitud qué se tiene en materia genética, qué potencial representa el material existente y la base hembra disponible.
En ese sentido, explica, es primordial establecer características individuales o grupales relacionadas con los animales, el ambiente, las oportunidades y la instrucción. Junto con ello, se deben establecer metas que pongan énfasis en tipo y producción; en la inversión y el retorno esperado; como a su vez el destino del producto y las oportunidades ligadas.
Oltra agrega que existen una serie de herramientas biotecnológicas que pueden ayudar al proceso de mejoramiento genético y que deben ser oportunamente consideradas para lograr mejorar la población bovina.
Entre ellas se cuenta la inseminación artificial, la transferencia de embriones, la sincronización de celos, la fertilización in vitro y otras.
Asimismo, destaca un avance privado: la conformación de la Asociación de Criadores de Ganado Bovino, a través de la cual se espera sentar las bases de un mejoramiento genético nacional más masivo, aprovechando la experiencia lograda durante décadas por distintos ganaderos en el sur de Chile.
De paso, Oltra remarca que uno de los ejemplos a seguir está cerca, por ejemplo en otros rubros como el forestal y frutícola que han mejorado genéticamente sus variedades durante años y que hoy expresan el máximo de potencial.
“En Chile tenemos muy buenos animales; buen material genético y creo que es hora de invertir en genética”, afirma, planteando incluso la posibilidad de que el país se convierta en un exportador de genética.
Algo en lo que coincide el presidente de la asociación de criadores, Fernando Carmine, quien explica que por muchos años, un grupo de ganaderos ha trabajado en mejoramiento de manera individual. “Llegó el momento de trabajar unidos, los privados y el Estado para que ojalá todo nuestro ganado sea de excelencia”, sostiene.
Desde su perspectiva, la asociación puede jugar un rol fundamental para validar el trabajo que se desarrollará a nivel de pequeños productores. Una especie de certificadora del material genético que será reproducido y masificado.
Pero va más allá. El criador de La Araucanía, considera que las tendencias mundiales apuntan a un camino nuevo, que tiene que ver con producir más con menos.
“Hoy, los ganaderos no deben acumular ganado. Sino aprovechar las herramientas biotecnológicas para aumentar la producción de carne y leche con el mismo ganado. Ya no podemos recuperar el stock perdido, lo que tenemos que hacer es optimizar la productividad y la eficiencia de la ganadería. Y eso se hace con mejoramiento genético”, plantea.
alianzas
Carmine cree que hoy se puede producir 30% más de carne de calidad para nichos específicos, aprovechando animales mejorados genéticamente y que en muchos casos ya están adaptados a las distintas zonas. “Ese debería ser el foco. Es decir, que el mejoramiento genético se realice con un cable a tierra y con todos los actores alineados”, enfatiza.
Por ello, valora las acciones privadas que se desarrollan en este ámbito. Por ejemplo, la alianza estratégica establecida entre la empresa ABS, líder en el desarrollo genético bovino a nivel mundial y el CIA/Cenerema de la Universidad Austral de Chile.
Se trata de un convenio que apunta a posicionar a Chile como plataforma genética a través del desarrollo de germoplasma, lo que a juicio de Carmine, representa un reconocimiento al trabajo que se ha desarrollado durante años.
Según explica Felipe Amtmann, jefe de la Unidad Cenerema, el vínculo responde a la necesidad de potenciar la ganadería bovina, permitiendo que ésta sea capaz de competir en el extranjero. Esto, unido al establecimiento de la Asociación Nacional de Criadores de Ganado Bovino de Chile (ACB) genera un plus para dicho objetivo.
Y de paso, entrega a empresas como ABS una plataforma para llevar a cabo procesos, productos e ideas de negocios desde nuestro país.
un plan con todo
En el mundo de la investigación la visión de los especialistas es clara. Chile debería contar con un programa de mejoramiento de alto impacto. Y debe incluir algunos aspectos básicos.
El veterinario y experto en genética ganadera de Inia Remehue, Héctor Uribe, advierte que lo primero es tener recursos humanos y profesionales especializados en mejoramiento genético, algo que Indap y SAG no tiene, por lo que debe hacerse asesorar. Y además, lograr la participación de los productores o usuarios del producto final.
Adicionalmente, cree que se debe replicar lo que ya se ha hecho en esta materia en los países desarrollados; no hay que inventar nada. “Pero esto no es sólo traer animales o semen congelado desde afuera sin saber si esto es lo mejor o no”, señala.
Uribe agrega que nuestro país cuenta con varias fortalezas para implementar un plan de este tipo, como los controles lecheros que ya pagan los propios productores; la existencia de un centro de inseminación artificial; y el buen estatus sanitario de la masa ganadera.
Pero además, hay debilidades. Una de ellas, es que muchas veces se quiere “poner la carreta antes de los bueyes”. Según comenta, a la fecha se han financiado varios proyectos de genética molecular creyendo que podemos saltarnos la implementación de la genética cuantitativa, la cual debe ir adelante. “Todos los países que han implementado técnicas moleculares, primero tenían las técnicas cuantitativas andando y no han pensado dejarlas ya que ambas herramientas son complementarias”, acota.
Jaime Piñeira, considera que lo primero es que las autoridades estén convencidas de la importancia de tomar en serio el tema del mejoramiento genético animal y la certificación de reproductores. “Dicha mirada debe dejar de ser cortoplacista y debe incorporar criterios técnicos adecuados, de lo contrario toda iniciativa estará destinada al más rotundo fracaso. Las demás cosas vienen por añadidura, para eso estamos los genetistas”, manifiesta.
A su juicio, es clave tener una buena coordinación entre todos los actores involucrados. Y junto con ello, definir objetivos o criterios de selección que consideren aspectos económicos y técnicos.
“Dichos objetivos o criterios no deben ser demasiados, se recomiendan hasta tres; no deben estar correlacionados de forma negativa; deben tener una heredabilidad entre media y alta (0,25 -1); deben ser fáciles de medir y de bajo costo”, remarca.
Desde el punto de vista técnico, señala que la selección debe realizarse idealmente sobre razas puras, pues se requiere que los caracteres seleccionados presenten un distribución continua y relativamente normal.
Y además, hacerse en base a registros genealógicos y productivos confiables. “Resulta técnicamente imposible realizar mejoramiento genético si no se cuenta con esta información, incluso si se piensa utilizar marcadores moleculares, o semen importado”, asegura.
midiendo avances
A juicio de Piñeira, hay otro elemento que todo programa de mejoramiento genético debe incluir sí o sí: la medición del progreso genético alcanzado. Dicho progreso se estima a partir de la intensidad de la selección, la variabilidad genética existente en la población de animales, la precisión con la que se realiza la selección y los intervalos generacionales.
El especialista plantea que no considerar la medición de progreso genético implicaría el fracaso y la pérdida de los recursos económicos asignados, “pues no existe otra manera de demostrar que las inversiones realizadas se han traducido realmente en mejoramiento genético (...) El progreso genético en un programa correctamente implementado oscila entre un 1% y un 3% anual, por lo que es necesario crear instrumentos de financiamiento a mediano y largo plazo, o adaptar los instrumentos actualmente existentes para el financiamiento por etapas”, comenta.
Además, explica que es importante también eliminar la arraigada idea que la genética puede ser comprada como un insumo cualquiera en una empresa proveedora de semen. “Existe algo que los genetistas llamamos interacción genotipo ambiente, que no es explicada a los productores que compran el semen”, afirma.
Piñeira advierte que para propagar la genética mediante el uso de tecnologías reproductivas, como la inseminación artificial, un programa nacional debería utilizar un esquema piramidal estratificado abierto o cerrado según sea el caso. “Es aquí donde tiene sentido el contar con centros de inseminación artificial, pues debe certificarse la calidad reproductiva de los animales seleccionados”, sentencia.
El camino recorrido
Según explican los especialistas en genética de nuestro país, el Indap ya tiene un camino recorrido en cuanto a planes de mejoramiento.
Ello, entendido como el uso de herramientas biológicas y matemáticas tendientes a aumentar la frecuencia de presentación de aquellos genes que se consideran favorables en una población
de animales.
De hecho, el Consejo Nacional de Mejoramiento Genético ya emanó hace un par de años una serie de recomendaciones y documentos de corte técnico, para desarrollar un plan de este tipo.
Uno de ellos son las Bases Técnicas para establecer una política de Mejoramiento Genético Ganadero en Chile.
El segundo es la Política de Mejoramiento Genético Ganadero en Chile.
Y el tercero, el listado de profesionales genetistas chilenos relacionados a la producción animal.
Según el análisis del consejo -en 2008-, el mejoramiento genético permitiría a Chile, en un plazo de diez años, aumentar su producción de carne vacuna en tres veces y pasar de 247 mil toneladas anuales a unas 750 mil toneladas.
Salen los toritos
En el marco del Programa de Mejoramiento Genético Animal, fomentado por el Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap), y como parte del componente “Piloto de Selección Genética”, ejecutado por Fundación Mondion, se realizará la salida de toros 2010-2011, este 6 de septiembre en el fundo Santa Teresa.
La fundación tiene la misión de abordar el tema, elaborando una propuesta para la selección genética bovina.
Para eso desarrollan un proyecto con productores de Curacautín, Vilcún y Cunco, que apunta a seleccionar los mejores terneros machos al destete, los que van a la estación de evaluación.
Actualmente están validando una propuesta con 34 toritos de las razas Normanda y Clavel de La Araucanía.
Fuente. Revista del Campo Sureño