El pasto tiene la palabra
31 de julio de 2011
La ganadería argentina atraviesa un proceso de redefinición de las estrategias productivas y alimenticias. En esta transición, los planes de alimentación solamente con base pastoril cada vez son menos y, como contrapartida, hay una mayor participación de los silos, los subproductos y de los granos en las dietas animales.
Teniendo como objetivo de mediano plazo la recomposición del stock ganadero, pero en una superficie acotada, los expertos coinciden en que hace falta un incremento de la producción de las pasturas, pero al mismo tiempo una creciente productividad en la generación de reservas forrajeras.
Sin embargo, en el departamento de San Jerónimo, en el centro de la provincia de Santa Fe, una región tambera emblemática, Martín Favre mantiene intacta su apuesta por la producción lechera básicamente a pasto. Casi sin moverse de las fuentes, aquellas que incorporó durante su formación profesional como ingeniero agrónomo, logró en los últimos diez años un aumento progresivo de la productividad y la calidad de las pasturas, de la carga por hectárea y de la producción de leche, mientras que ha mantenido, en baja proporción e invariable, la participación de alimentos más concentrados en ese tiempo.
La evolución, en números, fue la siguiente: en el año 2000, tenían una producción individual promedio de leche de 19 litros y 1,5 vacas totales por ha; en el 2005, pasaron a 20 litros de promedio y 2 vacas totales/ha y finalmente, las estadísticas del año pasado dijeron que estaban produciendo 22 litros y las vacas totales fueron 2,5 por hectárea. En la década, el suplemento representó, casi invariable, 30 por ciento-35 por ciento de la dieta.
Favre repite su estrategia en seis tambos de la región. Lo hace en suelos de las mejores aptitudes productivas -dentro de un paisaje muy "sojero"- y se refiere a su sistema de manejo como "el neocelandés criollo", dando a entender de esta manera la clave productiva que los conecta, que es consumir a tiempo y en la cantidad justa el pasto producido. O, dicho de otro modo, intensificar el consumo del pasto.
Al iniciar el diálogo con Clarín Rural , Favre sostuvo que sería muy fácil, para él, mantener una proporción 50/50 de forraje y grano en la dieta, encerrar y producir 30 litros de leche por día. Sin embargo, prefiere apoyarse en la ganadería pastoril como alternativa de bajo costo productivo y la defiende con criterios agronómicos, ya que piensa que estos aspectos serán la llave que abrirá la puerta de mercados muy exigentes en el futuro.
"De aquí a diez años, Argentina, por un lado, deberá duplicar la producción de leche, y por otro, para ingresar a mercados con altos estándares de calidad, tendrá que producir con el menor impacto ambiental y respetando el bienestar animal", remarcó.
Luego de la crisis láctea de los años 2000/01, los conocimientos agronómicos y las tecnologías incorporadas provocaron la mejora progresiva en el manejo de las rotaciones, de los cultivares de alfalfa (con mejor germoplasma), las fertilizaciones (encalados), la tecnología del preoreo en la leguminosa a comienzos del otoño, que minimiza los riesgos de "empaste", y una estrategia de la alimentación de verano que busca brindarle mayor confort al animal en el campo, bajo sombra, y que solo haga una comida al día.
Es por estas causas que el objetivo de Favre es que los animales estén muchas horas en la pastura, el menor tiempo en la sala de ordeño y comiendo solo la cantidad necesaria de grano diario.
En una secuencia típica, los animales pasan unas dos horas en la sala de ordeño y en ese tiempo no consumen alimento; al salir, durante una hora al día, se alimentan con el suplemento y entre 8 a 9 horas pastorean a campo, repitiendo el régimen dos veces al día.
El pastoreo tiene como base a la alfalfa, que persiste durante tres años, luego en ese lote se hace una siembra otoñal de raigrás que se aprovecha hasta la primavera y luego es sembrado el maíz de segunda templado para silo, aunque actualmente están probando con muy buenos resultados los híbridos tropicales, que producen de 13.000 a 14.000 kilos de materia seca promedio aprovechable (ver El peso del...).
Esta rotación, con el híbrido tropical incluido, parece ser una de las más ajustadas para el manejo que propone el técnico en esta región, ya que a las 10 toneladas consumidas por año con la alfalfa se le agregan los 6 a 8 del raigrás en seis cortes y las 13 a 14 de maíz tropical.
Entonces, durante el invierno, los animales reciben una ración de noche en base de raigrás fresco y durante el día consumen alfalfa, y en la otra parte del año forrajero, de noviembre a abril, toda la alimentación es en base a la alfalfa, en dos pastoreos diarios.
Así, una ración de 22 kilos de materia seca de octubre a febrero queda conformada por 4 kilos de materia seca de grano de maíz, 1,7 de expeller de soja, 2 de silo de maíz y el resto como alfalfa "tal cual". En cambio, de marzo a octubre, cuando se consume raigrás, la ración es 4 kilos de granos de maíz, 1,7 de expeller de soja, 6 de raigrás, 4 de alfalfa, 2 de silo de alfalfa y 4 de silo de maíz.
A pesar de que mucho se habla de la "ganadería intensiva" o la "ganadería agriculturizada" , aún no está dicha la última palabra en esta gran cuenca lechera.
Queda a las claras que con medición de la oferta forrajera, el aumento de la eficiencia de cosecha del pasto, un plan forrajero que incluya rotaciones de alta calidad y productividad, el manejo de cultivares y las fertilizaciones estratégicas que no son, ni más ni menos, que conocimientos agronómicos adquiridos, la intensificación pastoril tiene mucho por ampliar sus conocimientos antes de pasar a formar parte de una historia pasada.
Fuente: www.Agromeat.com