El paso que faltaba para la adaptabilidad laboral
27 de junio de 2011
Chile tiene un mercado laboral poco flexible. Esa premisa es algo reconocido a todo nivel. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en sus análisis ha nombrado al empleo como uno de los puntos débiles de nuestro país. Uno de los elementos que pueden retrasar su meta de ser un país desarrollado antes del fin de esta década.
En materia agrícola, el tema laboral tampoco ha sido ajeno. Hoy, la agricultura genera unos 2.000.000 de empleos (directos e indirectos). Y es un sector que demanda más vacantes que otros más “exitosos”.
Por ejemplo, por cada 1.000.000 de dólares que exporta, la agricultura genera 157 empleos; en cambio, la minería, sólo 3.
Pero además desde hace algunos años surge el tema de la escasez de mano de obra, pues no es posible evitar la migración a zonas urbanas. Y con ello, el alto costo involucrado en el proveer de mano de obra (el 60 –70% de los gastos involucrados se debe utilizar para pagar remuneraciones); y una productividad de mano de obra más baja, al no tener las competencias adecuadas.
En ese marco, desde 2o07, funciona la Mesa Permanente de Diálogo Social y Laboral del Sector Frutícola; y en 2008, surgió la Mesa Tripartita de Diálogo Agrícola.
Ambas instancias decantaron en la Mesa Nacional Agrícola (constituida en marzo de 2010) que ya muestra algunos resultados concretos de cara a mejorar las condiciones laborales del sector. Un viejo anhelo.
En enero, los integrantes (empresarios, trabajadores y gremios) liderados por la Sociedad Nacional de Agricultura, llegaron a una propuesta consensuada.
Y la semana pasada, tras algunos meses de revisión, se finiquitó la redacción definitiva del documento y la entrega a los ministros del Trabajo, Evelyn Matthei, y de Agricultura, José Antonio Galilea.
Se trata de un estatuto laboral que representa un conjunto de propuestas de modificaciones cuyo objetivo es adaptar la normativa a la realidad agrícola.
“Chile tiene una normativa laboral extremadamente rígida, que fue construida bajo una lógica urbana y que, por lo tanto, no cuenta con la flexibilidad que requiere el sector agrícola. Esta es una actividad que se realiza al aire libre y en condiciones distintas a las que se desarrollan en una fábrica, bajo techo”, enfatiza Galilea.
El paso siguiente es el envío de un proyecto de ley, que va a generar la adaptabilidad laboral que el sector necesita. “Y que nos permitirá generar normas diferenciadas al interior de los rubros agrícolas. No es lo mismo el régimen que se requiere en una lechería que en un huerto de frutales, ni tampoco en el sector forestal. Y por lo tanto, necesitamos de una norma que nos permita hacer esas diferencias, para generar condiciones mejores para los trabajadores y el crecimiento del sector”, sostiene el secretario de Estado.
Según agrega, tras un arduo trabajo, las partes llegaron a un acuerdo en materia de adaptabilidad laboral, la que fue revisada por el Ministerio de Agricultura y del Trabajo. “Y hoy este acuerdo nos permitirá enviarlo al Congreso. Se trata de una norma general, que permitirá que cada rubro pueda hacer buen uso de ella. Por ejemplo, en cuanto a que se puedan pactar jornadas laborales entre empleador y trabajador, de una manera mucho más flexible. Y además, tiene la gracia que surge validado por los propios participantes, lo que nos hace pensar en un trámite rápido y expedito en el Congreso”, manifiesta.
Entre los temas principales presentes en el documento consensuado por empleadores y trabajadores, destacan la actualización de la relación que existe con los trabajadores de temporada y que permite que los términos de la relación laboral en cada faena se establezcan vía negociaciones pactadas.
Campo Sureño desglosa los tres puntos más relevantes de la propuesta, de la cual surgirá la reforma laboral que el Ejecutivo presentará al Parlamento.
1.- Estatuto del Trabajador Agrícola de Temporada: En este marco, se cuenta la presunción de contratación indefinida, para un trabajo de más de 10 meses para un mismo empleador en un plazo de 12 meses.
Adicionalmente, se pretende reducir a sólo 15 días de plazo para pagar saldos de remuneración pendientes; y la mantención de subsidios u otros beneficios financiados exclusivamente por el Estado (anualizando su remuneración).
2.-Pactos Silvoagropecuarios para Faenas Determinadas: A partir de los problemas de ajuste de horarios para las distintas faenas productivas (frutícolas, semillas, lecheros, ganaderos), surgió la demanda de los trabajadores que buscan optimizar su trabajo y, con ello, su calidad de vida.
Entre sus particularidades, se cuenta que puede ser firmado por el trabajador silvoagropecuario, a través de una agrupación sindical, o agrupación de trabajadores especialmente surgida par el efecto.
Se trata de pactos voluntarios y que deberán constar por escrito y ser depositados en la Dirección del Trabajo; posteriormente se podrá adherir cualquier trabajador.
Sin embargo, si se rechaza el pacto, regirá en su lugar las reglas generales del contrato individual del actual Código del Trabajo.
En ese marco, las materias a pactar pueden ser: jornadas extraordinarias de trabajo; distribución jornadas ordinarias; y los descansos, control de asistencia, remuneraciones, bonos de producción, capacitación, vigencia del pacto, feriados legales, fin del contrato, aplicación de normas de higiene y seguridad y demás condiciones de trabajo.
3.- Adecuación de Normas al Código del Trabajo y jornadas sometidas a distribución para su ejecución: En este caso se cuenta la situación de los lecheros. Este es el mejor ejemplo de jornadas diarias que requieren pausas para su ejecución; pero a su vez, tienen la imposibilidad de reemplazar a los trabajadores por turnos.
Ello, debido a que el trabajador desarrolla un vínculo con el animal. De allí que sea necesaria la adecuación de la distribución de las jornadas, para hacerlas compatibles con lo que el Código del Trabajo obliga a empleadores y trabajadores. Algo que contempla el estatuto.
Fuente: Revista del Campo Sureño.