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El juicio del agro a los 15 años del Mercosur

27 de junio de 2011

Era 1996 y el sector agrícola nacional trataba por todos los medios, que Chile no suscribiera un acuerdo comercial con sus vecinos del Mercado Común del Sur (Mercosur): Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Nuestro país había sido invitado en reiteradas oportunidades a incorporarse como miembro pleno al bloque regional. Sin embargo fueron varias las razones que llevaron a las autoridades del momento a desechar la invitación. La limitación en torno a la autonomía de la aperturista política comercial de Chile, era la principal razón del rechazo. De hecho, en 1991, ya se había restado del acuerdo fundacional del Mercosur.


A juicio de las autoridades de la época, el acuerdo con el bloque hubiera significado no poder continuar rebajando unilateralmente los aranceles y haber subordinado las futuras negociaciones comerciales a los intereses del bloque, en desmedro de los intereses propios.
Pero esto cambio en 1994, cuando se retomaron las conversaciones. Dos años después, con intensas negociaciones de por medio, Chile y el bloque llegaron finalmente a un acuerdo especial: la incorporación como miembro asociado.
Esto quedo oficializado en Potrero de los Funes, San Luis en Argentina, el 25 de junio de 1996, donde se firmó el llamado ACE 35.
El acuerdo luego fue promulgado en Chile mediante Decreto Supremo del Ministerio de Relaciones Exteriores Nº 1411, del 30 de septiembre de 1996, y publicado en el Diario Oficial del 4 de octubre del mismo año. Tres días antes, el 1 de octubre, entró en vigencia.
Mientras, las protestas agrícolas no cesaban. Temían una invasión de productos lácteos, carne y trigo. Tres sectores sensibles para la producción nacional que tendrían a la vuelta de la esquina, cuatro nuevos comercializadores. Cuatro gigantes agropecuarios.
Pero 15 años después de la firma del acuerdo, el juicio del agro al Mercosur, no ha cambiado mucho. Hay coincidencia en que se trata de un acuerdo que ha jugado más en contra que a favor de Chile. Y que hay temas pendientes para proteger al sector de las prácticas de los socios comerciales y a la vez vecinos del barrio.
El presidente del Consorcio Agrícola del Sur (CAS), Gastón Caminondo, considera que es claro que la agricultura sustituidora de importaciones y especialmente la del sur de Chile, no tiene nada que celebrar. “Al contrario, para nosotros es una fecha que nos produce, sino enojo, algo muy parecido a ello”, señala.
Y agrega: “siempre dijimos que esto no iba a a ser beneficioso para nuestro país. Y somos conscientes, que el actual gobierno puede y deber tomar cartas en el asunto, contra todo lo que atente con la transparencia y el libre comercio verdadero, como nosotros lo entendemos, de manera que sea justo y parejo para todos”.
A su modo de ver, el problema de Chile se aprecia en casi todos los acuerdos comerciales, pero se acentúa con el Mercosur. Ello, debido a que los países miembros defienden fuertemente a sus agricultores y además no están tan inmersos en una apertura total al comercio exterior, como sí ocurre con Chile.
A su juicio, eso hace que nuestro país sea excesivamente celoso con los productores y exportadores nacionales en cuanto al cumplimiento de las reglas del comercio internacional. Algo que no sucede en otras latitudes. “Lo único que pedimos es que todos juguemos con las mismas reglas, que les pidamos a otros, lo mismo que nos piden a nosotros. Y que esas reglas sean respetadas. Tenemos los instrumentos legales para hacer valer las reglas.Pero estas herramientas deben usarse oportunamente”, señala.
El presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), Luis Mayol, coincide en el análisis general, y remarca que el saldo 15 años después, es más bien negativo.
“Yo creo que no ha sido muy beneficioso. Pero tampoco es de extrañar. Porque desde el principio nosotros señalamos nuestras aprensiones sobre el efecto que tendría el acuerdo con el Mercosur. Básicamente se trata de un acuerdo entre una economía abierta y una cerrada”, asevera.


las cifras
Mayol tiene razón. En cifras, la balanza silvoagropecuaria entre Chile y el Mercosur es claramente negativa. Es decir, las importaciones superan largamente a las exportaciones chilenas. De hecho, considerando los acuerdos vigentes con los grandes bloques geográficos (Apec, Nafta, Aladi, UE y Mercosur) sólo el Mercosur (y Aladi , donde está incluido) muestra una balanza en contra para Chile.
En materia exportadora, de acuerdo a zonas económicas, el 59,1% de las exportaciones sectoriales durante 2010 fue destinado a las economías miembros de Apec. Dentro de este bloque se encuentran los tres países del Nafta (Canadá, México y EE.UU) los cuales recibieron el 29,9% de las exportaciones. Le siguen en importancia la Unión Europea, con un 24,4%, y la Aladi con un 18,5%. Dentro de esta última zona se cuentan los cuatro países del Mercosur, a los cuales se destinó sólo el 4,6% de las exportaciones silvoagropecuarias chilenas del ejercicio pasado.
En cuanto a las importaciones, la situación es diferente. El 60% de las importaciones silvoagropecuarias provienen desde el Mercosur, siendo el bloque más importante en esta materia.
Hoy, en términos de reducción arancelaria, el objetivo de establecer una zona de libre comercio ya se ha cumplido. A partir del 1° de enero del 2006, el 97,7% del universo arancelario se encuentra con arancel cero. El resto de los productos alcanzó ese estatus el 1 de enero del 2011, con excepción de los productos de mayor sensibilidad para Chile, que lo harán desde el 1 de enero del 2012.
En cuanto de composición de las importaciones provenientes desde el bloque, ésta ha mostrado algunos cambios: mientras en 2008 Argentina, Paraguay, Brasil y Uruguay concentraban respectivamente el 43%, 9%, 6% y 1% de las importaciones silvoagropecuarias, en 2010 su participación pasó a ser de 33%, 15%, 9% y 2%, respectivamente.
Según el gerente técnico de la Sociedad Agrícola y Ganadera de Osorno, José Antonio Alcázar, las cifras muestran que Chile no ha salido ganando con este acuerdo. “Siempre lo hemos dicho y lo seguimos manteniendo: es un acuerdo comercial que para el sector agrícola no deja ningún beneficio. Es más, quedó demostrado, conforme a lo que ha ido pasando, que muchos de los países de ese bloque, como Argentina, no han sido los abastecedores que se esperaba. En su caso, no sólo falló en el tema del gas, también en las provisiones de carne en su momento”, recuerda.
Desde su perspectiva, el gran problema dentro del Mercosur se llama Argentina. “No tenemos nada contra los argentinos, de hecho en lo ganadero hay temas comunes. Pero, lamentablemente, las autoridades no nos dan las garantías de seriedad, confiabilidad y de competencia. Prueba de ello, es que en el último brote de aftosa que tuvieron en el norte de Argentina -2006-, lo ocultaron por meses, no sólo a Chile, sino al mundo”, enfatiza.
Pese a ello, dice que en Sago saben que es muy difícil deshacer este acuerdo económico, por todo lo que ello implica desde el punto de vista comercial. “Pero lo importante es que frente a las denuncias de distorsiones, que son muchísimas, reaccionemos de manera rápida. Y los gremios pongamos el acento en las alertas”, acota.
Para ello, agrega, es de primera necesidad avanzar en los cambios a la Comisión de Distorsiones, lo que no sólo tiene que ver con salvaguardias. “También está su funcionamiento. Hoy, debido a los requisitos exigidos, es imposible que un grupo de personas pueda acudir a la comisión. Lo pueden hacer, pero con un costo muy alto”, advierte.
Por eso, los gremios han ido un poco más allá en las propuestas y están solicitando que las acciones se tomen de inmediato ante una denuncia y no se espere el curso de la investigación, “cuando muchas veces el daño ya se ha provocado y es muy difícil, para los productores, recuperarse”, sentencia.
El presidente de Fedeleche, Eduardo Schwerter, reconoce que el ingreso de Chile como socio al Mercosur causó un daño tremendo a la actividad agropecuaria nacional.
Pero a su juicio, los episodios registrados en el pasado, con el ingreso de carne o lácteos argentinos hace algunos años, dejan una enseñanza. La necesidad de fortalecer las herramientas que permitan defenderse se la competencia desleal.
“Nosotros estamos trabajando firmemente por mejorar la transparencia. Y eso tiene que ver con el accionar de la Comisión de Distorsiones. Por ejemplo, el proyecto de ampliación del periodo de las salvaguardias va en el camino correcto, pero justamente falta una mayor acción en cuanto a optimizar el trabajo de la comisión. No queremos grandes protecciones internas, porque estamos abiertos al mundo, en medio de un proceso exportador. Y no tenemos miedo de competir en igualdad de condiciones. Lo que sí exigimos, es que cuando haya distorsiones en los mercados externos, tengamos los instrumentos para neutralizarlas y velar por la libre competencia”, manifiesta.
A 15 años de la firma del acuerdo, Schwerter cree que hay distintos momentos. “Como cuando se produjo toda una invasión de carne, a partir de las grandes producciones que tenían en ese momento en Argentina. Eso afectó el desarrollo de la ganadería nacional”, recuerda.
¿Otro? En 2006, los productores de leche constataron que las importaciones habían crecido 200%, lo que afectaba negativamente a las pequeñas y medianas empresas nacionales. Por ello, pidieron que se instauren salvaguardias -un arancel extra de 31,5%- debido a que no podían competir ante Argentina, que producía bajo el precio normal de mercado debido a lo que calificaban el “dumping energético”.

¿revisión?
Por esos días, el entonces presidente del Senado, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, planteaba “revisar” la postura de Chile en el Mercado Común del Sur frente al problema de la leche, “que es uno entre varios”, aseguraba en agosto de 2006.
“Aquí se ha planteado el tema del Mercosur…creo que tenemos que revisarlo. Aquí hay una economía (Argentina) que no está respetando las reglas del juego”, aseveraba el senador, quien era Presidente de la República cuando entró en vigencia el acuerdo con el bloque.
Años después, en 2009, el entonces candidato a la presidencia, Sebastián Piñera, planteó en su programa la posibilidad de darle una vuelta a los tratados comerciales.
Específicamente, en sus 25 compromisos con el agro, mencionaba (en el número 3) una promesa: “Perfeccionaremos la aplicación de los Tratados de Libre Comercio, en especial el acuerdo con el Mercosur, para verificar los costos y beneficios que ellos han producido en el ámbito agrícola, particularmente para la agricultura familiar campesina y las pymes del sector”.
Al respecto, el ministro de Agricultura, José Antonio Galilea, ratifica la disposición del Gobierno de revisar y perfeccionar los tratados que sean necesarios. Pero enfatiza. “Salvo el perfeccionamiento de algunos, con protocolos sanitarios firmados como con China o India, hasta ahora no se ha planteado el revisar un tratado en cuanto a la permanencia o no de Chile en él”, dice.
Galilea reconoce que personalmente fue uno de los críticos a que Chile se sumara al bloque regional a mediados de los 90, pero que el efecto negativo hoy en día no es tan marcado. “Yo siempre he tenido una opinión muy crítica del Mercosur y del impacto en la agricultura del sur principalmente. Sin embargo, creo que con el tiempo se ha ido diluyendo mucha de esa preocupación inicial. Lo digo porque yo era parlamentario cuando se generó toda una negociación para conseguir el respaldo para firmar el acuerdo con el Mercosur. Hoy creo que no está en la mente, ni de los agricultores, ni del Gobierno, el tomar una decisión en cuanto a revisar la permanencia de Chile en el acuerdo”, afirma.
A su modo de ver, Chile se jugó por una estrategia exportadora, donde todos los mercados son importantes. “Tenemos tratados con 58 países. Hoy los temores iniciales han ido desapareciendo. De repente surgen temas puntuales, a partir de políticas internas de algunos países, pero creo que hay otros mecanismos para enfrentarlos”, acota.
En tal sentido, el ministro de Agricultura, José Antonio Galilea, remarcó en Chilelácteo 2011, que la transparencia de los mercados es una de los temas más trascendentales para el Minagri. Y anunció que durante este año se enviará al Congreso un proyecto de ley que permitirá perfeccionar el desempeño de la Comisión de Distorsiones, con nuevas y más atribuciones. Algo que los gremios agrícolas del sur de Chile celebran como “la gran opción” para enfrentar la amenaza que de tanto en tanto aparece al otro lado de la Cordillera de Los Andes. Desde hace ya 15 años.

Fuente: Revista del Campo Sureño

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