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La carne brasileña se "carboniza"

25 de marzo de 2011

En 1995, Brasil importaba carne bovina. No tenía capacidad para abastecer la totalidad del consumo interno, de aproximadamente 35 kilogramos por habitante al año.
Hoy, 16 años después Brasil posee el segundo mayor rebaño de ganado bovino, siendo superado solamente por India, que no utiliza el ganado bovino para fines comerciales. Y de paso, es el mayor exportador de carne en cuanto a volúmenes.
Y todo indica que seguirá siendo la gran potencia mundial del rubro bovino. Claro, el Ministerio de Agricultura de ese país espera duplicar las exportaciones en la próxima década.
Sin embargo, la carne bovina tiene algo que la persigue: una huella de carbono que se incrementa al considerar dónde son criados y engordados los bovinos.


Christel Cederberg, del Instituto Sueco de Alimentos y Biotecnología, y un grupo de colegas, realizó un estudio en el que incluyen en el cálculo de la huella de carbono que genera la producción de alimentos, el efecto del cambio en el uso de tierra sobre la emisión de gases invernadero.
El tema es que en Brasil, la producción de vacuno de carne es la principal causa de deforestación del Amazonas. Entre el 60-70% de los bosques amazónicos destruidos se convierten a la ganadería. Y la tendencia señala que esto podría incrementarse, dado el incremento de la demanda por alimentos, la escasez de tierras y la competencia con cultivos destinados a los biocombustibles.
De hecho, los investigadores calcularon que en el 25 por ciento de estas tierras la producción de carne supera los 700 kg de equivalentes de CO2 por kilo de vacunos sacrificado.
Para entenderlo de manera más gráfica, sólo el 6% de la producción de vacuno de Brasil procede de la deforestación del Amazonas; sin embargo, dicho porcentaje es responsable de unas emisiones de CO2 que son 25 veces superiores a las emitidas por la producción de vacuno del resto del país (el 94% restante).
Y además, ese 6% es el responsable de que las emisiones de gases efecto invernaderos de la producción de vacuno en Brasil sean el doble que en la Unión Europea.
El estudio que apareció en el Environmental Science & Technology, apunta que la huella de carbono de la carne producida en 9 estados de la Amazonía, supera en más de 10 veces la huella de carbono promedio de la producción total de carne brasileña en el periodo 1986-2006, la que alcanza a alrededor de 44 kg de CO2 por kilo de res sacrificada.
Según los especialistas una manera de rebajar el índice nacional de carbono, es -por ejemplo- mejorando la productividad de las pasturas. De lo contrario, los consumidores y mercados más exigentes podrían pasarle la cuenta.

 

Fuente: Revista del Campo Sureño.

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