Agua, problema no sólo de disponibilidad
14 de febrero de 2011
Aunque hay escasez, para los expertos el gran problema es el uso poco eficiente de un recurso cada vez más escaso. Dar solución a la degradación de suelos, impulsar embalses subterráneos, y aprender de otros países son algunas soluciones.
En el país se levantan construcciones antisísmicas ante la posibilidad latente de un terremoto. La lógica es anticiparse antes de lamentar mayores daños. Pero por alguna razón, ésta misma lógica no se aplica frente a las cada vez más frecuentes sequías y escasez de agua. Las soluciones siempre son para enfrentar la urgencia, pero sin proyección de futuro.
Ese es justamente el conflicto de fondo. Según los expertos, la mayor dificultad en este tema no es la escasez misma -sin desconocer ni bajarle el perfil al impacto de la actual sequía en la producción agrícola- sino la forma en que se maneja el recurso.
La emergencia agrícola decretada en Coquimbo y al menos siete comunas de la V Región, y los dichos del ministro de Agricultura sobre la falta de políticas para enfrentar el tema de la sequía en Chile, reflejan que el agro y gran cantidad de productores están en una situación crítica. Esto ha llevado a la autoridad a tomar medidas que consideran la entrega de apoyo, especialmente a los pequeños productores. La coyuntura es resultado de que el año pasado llovió la mitad de lo esperado, a lo que se sumó que las nieves de las altas cumbres se han ido agotando por una seguidilla de temporadas de escasez de lluvias.
Pero más allá del grave problema puntual de esta temporada, en lo que insisten los expertos es que Chile tiene potencial para hacer una mejor administración del recurso y que hacerlo no siempre implica inversiones gigantescas.
"Al año, en promedio, se pierden hasta 100 mil millones de m3 de agua dulce al mar, mientras que el país, entre todas sus actividades, consume alrededor de 20 mil millones de m3. Es decir tenemos capacidad para cinco veces más de lo que necesitamos hoy; pero falta proyectar soluciones para gestionar adecuadamente el recurso", explica Patricio Crespo, presidente del Comité de Aguas de la Sociedad Nacional de Agricultura, SNA.
Hoy, sin proyectos e infraestructuras suficientes, el agua simplemente corre de la cordillera al mar, dejando a sectores como la agricultura -y la energía- a la deriva ante la escasez y expuestos a distintos tipos de conflictos. Secciones del río que están a mayor altura -ante la escasez sacan una tajada mayor de su cuota de agua- impiden que a las secciones de más abajo llegue recurso suficiente; canalistas que pelean entre ellos; se producen batallas judiciales con las autoridades; la minería que hace uso del recurso limitando su disponibuilidad para la producción agrícola. Una postal cada vez menos amigable.
Por ello, los expertos sostienen que urge buscar soluciones que vayan más allá que sólo llenar los baches actuales, y hacerlo pensando en el largo, mediano y corto plazo, dicen y buscando soluciones a problemas que inciden en la eficiencia del uso del recurso.
degradación de suelos
En la columna de Revista del Campo el 24 de enero, el experto y profesor de la Universidad de Chile, Luis González, sostuvo que uno de los problemas centrales ante la creciente desertificación y pérdida del agua era la disminución de la capacidad hidrológica de los suelos.
Es simple. La degradación de los suelos hace que pierdan su capacidad de absorber agua, lo que es clave para que el riego sea eficiente, para la formación de caudales y para la alimentación de napas subterráneas.
Con medidas como la construcción de embalses se dan soluciones provisorias para la recaudación de agua, pero no se resuelve la degeneración continua de los suelos y la sustentabilidad del entorno.
"Es necesario mantener las condiciones para que el ciclo hidrológico se complete, evitando, por ejemplo, la deforestación y la degradación del suelo. Además hay que mejorar los sistemas de canales de distribución en las cuencas regadas para evitar las pérdidas por infiltración", explica Alejandro León, del Centro de Estudios de Zonas Áridas de la U. de Chile.
autorregulación
Existen alrededor de 30 mil solicitudes de derecho de agua sin resolver, por indefiniciones de gestiones anteriores, en la DGA.
La lógica funciona más o menos así. Los productores hacen un pozo, lo habilitan y lo aforan para establecer el volumen de agua que produce. Una vez que tienen todos esos temas resueltos, solicitan un derecho. Si no se entrega o queda entrampado, los pequeños productores que levantaron el sistema quedan sin poder utilizarlo. Su solución es entonces sacar agua a la mala, lo que, dado el universo actual de 250 mil productores, de los cuales 225 mil son pequeños, es difícil de controlar.
Las soluciones de los expertos apuntan a aumentar la fiscalización y los fondos para ello, pero también a empoderar y entregar estímulos a las juntas de vigilancias.
"Hay que resolver la denegación del servicio público. Hoy no hay mediciones fidedignas de cuántas extracciones se están haciendo. Debemos avanzar en el reconocimiento de derechos, en la organización de los usuarios para avanzar en el autocontrol y en la capacidad de fiscalización de la DGA, y nos consta que las actuales autoridades están trabajando resueltamente en este propósito, contando con nuestra colaboración", explica Crespo.
Mirar lo que se hace afuera
No se trata de que no exista experiencia sobre manejo eficiente del recurso. En el exterior hay ejemplos exitosos que podrían imitarse.
En Australia, donde la sequía arrecia periódicamente, se viene ejecutando un programa de prevenciones que si bien no ha sido infalible ante años que se escapan de lo pronosticado, pero ha permitido tomar precauciones.
Otro modelo desde el cual se podría aprender es el de California, que tiene experiencia en temas como la carga artificial de acuíferos -las napas subterráneas que se pueden asimilar a embalses naturales- y la gestión de embalses.
Según la SNA, el costo de sacar agua de un embalse superficial es de alrededor de $1.000 el m3, mientras que si se utiliza una cuenca subterránea el costo sería entre $10 y $30 por la misma cantidad.
"No hay donde perderse. En vez de excavar a 100 metros para hacer un pozo, se puede excavar a 400. Hay muchas zonas potenciales en el borde de la cordillera de la costa y la montaña sirve como barrera natural al cauce", explica Crespo.
A mediados de marzo, un grupo conformado por autoridades del ejecutivo y privados irá a California para conocer la experiencia de la zona en estas materias.
Coqueteo con privados
Otra de las posibilidades que se están evaluando para que los proyectos sean más viables es la inclusión de privados en la construcción de obras como embalses.
Hasta ahora la poca planificación estatal ha hecho que se inviertan muchos miles de dólares en proyectos que después terminan sin uso.
Un caso emblemático es el del embalse Convento Viejo en la zona de Colchagua, entre las comunas de Chimbarongo y Chépica. Su construcción se inició en los años setenta y para su emplazamiento se tuvo que despoblar la zona. Con el paso de los años, el proyecto pasó de la capacidad inicial de 27 millones de m3 hasta los 237 millones actuales. Para su ampliación se recurrió al modelo de Concesión, que desconoció los derechos comprometidos por el MOP con los regantes del Estero Chimbarongo. Esto motivó una negociación de dos años. El gallito lo ganaron los regantes, que obtuvieron una indemnización por 21 años.
Para evitar ese tipo de exabruptos, el llamado de los expertos es a hacer las cosas bien, aumentando la evaluación técnica y disminuyendo riesgos con la incorporación de los privados.
"Hay que buscar la inversión más eficiente, disminuyendo lo máximo posible el riesgo. Por eso se está evaluando la posibilidad de incluir inversores privados en proyectos", explica Felipe Martín, jefe de la División de Estudios y Desarrollo de la Comisión Nacional de Riego.
acelerar proyectos
Entre 1950 y 1960 la construcción en infraestructura de riego iba a todo vapor. En esa década se avanzó en la construcción de embalses a un promedio de 200 hectómetros al año. Pero por alguna razón, desde entonces el levantamiento de obras comenzó a avanzar a paso de tortuga, estabilizándose en un promedio de 40 hectómetros por año.
Como falta infraestructura, y harta, para asegurar la recaudación de caudales, este año el presupuesto se incrementó significativamente, de 29 mil millones de pesos a 36 mil millones sin considerar el plan de crisis por el terremoto.
Esto permitirá construir capacidad para 220 hectómetros en promedio anual, completando, en los próximos seis años, 1.300 millones de metros cúbicos a embalsar, los que equivalen al 25 por ciento de la actual capacidad instalada. Eso podría dar un respiro enfrentados a las sequías que probablemente se seguirán presentando en los próximos años.
También la ley de riego considera para 2011 una inyección extra de recursos. Sin embargo, para muchos, ya llegarán demasiado tarde.
Problemas
» En el norte "Toda la vida hemos tenido problemas y con la escasez se han acentuado los inconvenientes con el agua subterránea. Hay que implantar soluciones, pensando en el desarrollo del valle, mirando el futuro y beneficios para todos. Los mayores inconvenientes están en Tierra Amarilla, Caldera y Diego de Almagro", indica Rafael Prohens, presidente de los agricultores de Copiapó.
» Centro y sur En la zona intermedia en las cuencas de los ríos Mapocho y Maipo no hay mayores inconvenientes. En Aconcagua sí.
"Hay que construir el embalse Puntilla y hacer andar la batería de pozos", sostiene Gonzalo Bulnes, presidente de la Confederación del río Aconcagua.
En la zona sur también se ha ido estrechando la disponibilidad de agua y la región no tiene suficiente cantidad de embalses. En Tinguiririca se han dado algunos inconvenientes por dos centrales hidroeléctricas que se levantan.
En la Séptima Región, en Teno, también hay dificultades. "Las zonas más complicadas son los ríos Teno, Claro, Lontué y parte de Mataquito; son cien mil hectáreas las que hay que regar en esa cuenca. Si en años anteriores el río Lontué tenía un caudal de 45 metros cúbicos por segundo, hoy tenemos 22. En Talca la situación no es tan grave porque hay varios embalses de hidroeléctricas. Acá la gente está perdiendo sus cultivos", explica Diego Castro, secretario ejecutivo de la Junta de Vigilancia del Río Lontué.
Más alternativas
La agricultura de precisión, la construcción de obras medianas, el trasvasije de aguas y la mayor eficiencia serían otras posibles soluciones para confrontar el problema a mediano plazo.
Fuente. Revista del Campo - El Mercurio