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FONDOS PARA INNOVACIÓN- Las nuevas reglas del juego

1 de noviembre de 2010

La búsqueda de vincular más las necesidades del agro con una asignación más eficiente de recursos, llevó a la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) a modificar la forma de entregar los fondos. No todos quedaron contentos.

La Fundación para la Innovación Agraria nació para fomentar la innovación. No hacerla, sino que cofinanciar, con recursos estatales, proyectos que generaran nuevas áreas o nichos productivos, negocios y otras alternativas en el agro. Tiene resultados para mostrar en el área de los olivos, vinos -como el desarrollo de un espumante con uva país-, pisco, berries y apoyo a pequeños productores en el desarrollo de marketing de productos con algún grado de procesamiento.

Para poder acceder a esos recursos -que pueden llegar hasta los $150 millones por hasta 3 años en esta convocatoria 2010-2011- la propuesta era normalmente presentada por una entidad de investigación calificada y reconocida o bien por consultores, especialmente en el caso de pequeños agricultores. Así, institutos de investigación y facultades o centros de estudio de universidades planteaban iniciativas, generaban el proyecto, invitaban a agricultores o productores y luego postulaban a los recursos para desarrollarlo.

Sin embargo, ahora viene un cambio radical en la forma de acceder a estos recursos.

"Existe una visión actualmente compartida por las entidades que apoyan y fomentan este tema y que es respaldada incluso por el Consejo Nacional de la Innovación. Esto es que la innovación ocurre en las empresas, y que si éstas no son parte activa de los proyectos que se financian, existe el riesgo, y así se observa en muchos casos, que muchas iniciativas apoyadas se quedan en la etapa de experimentación y en publicaciones, pero que no se traducen efectivamente en resultados medibles y observables en el mercado", explica Eugenia Muchnik, directora ejecutiva de FIA.

Por ello se está modificando la forma de acceder a los recursos. Así, a partir de la convocatoria de proyectos de este año, serán las propias empresas, productores o asociaciones gremiales, las que mayoritariamente deberán presentar las propuestas.

"En esta Convocatoria FIA 2010-2011 hay un cambio de foco de quién asume la responsabilidad y la ejecución, ese es el cambio. No es que vamos a quitar platas a las universidades, ellas van a ser subcontratadas. Tampoco se impide que algunos proyectos puedan llegar de las universidades o del INIA, por ejemplo, todo dependerá del contenido de la propuesta", detalla Muchnik.

En su evaluación, la FIA tomará en cuenta los resultados que se esperan lograr, sea en aumento en ventas, menores costos de producción, acceso a nuevos nichos de mercado, mayor valor agregado. Esto significa que en el proyecto participan los productores y empresas que tienen la capacidad emprendedora, y la gestión comercial necesaria para llevarlo a feliz término. "No todo proyecto innovador es, sin embargo, exitoso. Por ello también se establecerán hitos intermedios, para seguirles el pulso a los avances, y poder introducir cambios de rumbo en los mismos o bien la posibilidad de suspenderlos cuando no quede otra alternativa", indica Muchnik.

El cambio apuntaría a aumentar la eficiencia de la inversión pública en innovación al lograr que las iniciativas entreguen resultados más pertinentes y adoptables por la empresa o agrupación beneficiaria.

"¿Quién sabe mejor lo que se necesita para ser más competitivo que los mismos productores?", señala la directora de FIA.

Se pretende evitar que se repitan situaciones como la de los patos muscovy, raza del tipo broiler (para engorda) que crece en promedio 50% más que su congénere criolla. Encabezado por una universidad de la Novena Región, el proyecto intentó generar una cadena de valor que pasara por la reproducción, procesamiento e industrialización de esta ave, como un modo de competir con la variedad criolla y probar su comercialización en el extranjero.

Pasados dos años de la terminación de dos proyectos sucesivos sobre el tema, entre los años 2000 y 2006, un estudio de valorización de FIA halló que hubo un acertado manejo de los aspectos técnicos, pero que los resultados en términos de puesta en marcha, producción y comercialización distaban de lo esperado. Al final, de los patos muscovy poco quedó.

El nuevo enfoque nace de un cambio en la forma de mirar la innovación.

En 2008, la FIA creó la unidad de valorización de resultados con el propósito de examinar una cartera de más de 90 proyectos cofinanciados por esta fundación y generar un banco de negocios de iniciativas replicables. Los resultados corroboraron lo que ya se venía percibiendo: muchos de los proyectos podían ser innovativos, pero no llegaban a buen puerto pues les faltaba la parte empresarial o comercial.

Fue lo que ocurrió con un proyecto del año 2000, liderado por el INIA, que buscaba que pequeños y medianos productores de Malleco produjeran cerezas orgánicas en el secano interior de la Araucanía. Los resultados, en términos productivos, fueron positivos, pero en el camino se abandonó el carácter orgánico del cultivo y, finalmente, los agricultores no siguieron plantando cerezos. Al final, en lugar de las 2 mil hectáreas planificadas, se terminó con poco más de cien. La razón: insuficiencias en la gestión productiva y la escasa viabilidad económica por la falta de recursos financieros para emprender la actividad.

¿Qué dicen los investigadores?

Los principales afectados por las nuevas reglas anunciadas por la FIA son las universidades y los centros de investigación, que tradicionalmente se encargaban de diseñar y elevar las propuestas, que si se ganaban, significaban recursos. Vale decir, para muchos este tipo de proyectos se había transformado en fuente de una parte importante de sus ingresos.

Los cambios que se están produciendo podrían generar más de algún problema e, incluso, afectar parte de su financiamiento, o bien tendrán que adaptarse a las nuevas reglas del juego.

Por un lado están los que apoyan las nuevas orientaciones, al considerar que con ellas se refuerza la idea de que los proyectos sean prioritariamente respuestas a las necesidades más urgentes del sector privado.

"Ya se había definido que el financiamiento fuera compartido por los privados y FIA. Ahora, con mayor protagonismo de los productores esperamos que aumente la pertinencia e impacto de las investigaciones", comenta Guillermo Donoso, director nacional del INIA, cuyo presupuesto 2010 depende en 15% de los fondos otorgados por la fundación.

Tampoco les preocupa el cambio de paradigma en cuanto a la posibilidad de ver disminuida su actividad de investigación ante una eventual preferencia por otro tipo de agentes. "Los productores siempre van a necesitar instituciones investigadoras que los apoyen en sus proyectos. Lo que sí puede ocurrir es que tengamos que aumentar la eficiencia de nuestros procesos, lo que podría traducirse en que los costos finales de nuestro trabajo se reduzcan", prevé Donoso.

Para la gente del INIA, el mayor obstáculo al éxito comercial de las innovaciones ha sido que la mayor parte de los proyectos cofinanciados por FIA no incluyen transferencia tecnológica, lo que implica que muchos avances con un alto impacto potencial en el mercado queden relegados al informe final.

"A nuestro país le hace falta una línea de financiamiento que permita realizar la etapa de transferencia tecnológica y extensión. Así la adopción de las innovaciones llegaría a niveles muy superiores", afirma el director del INIA, quien anticipa que para 2011 están pidiendo mil millones de pesos para realizar actividades de este tipo entre los agricultores.

Una visión divergente es la de Álvaro Rojas, ex ministro de Agricultura y actual rector de la Universidad de Talca.
"Las nuevas administraciones tienden a ser fundacionales y muchas veces no ven que el equilibrio que existía en el sistema era producto de aproximaciones sucesivas hacia el logro de un buen resultado final", señala.
Para el ex ministro lo primordial de una política pública es tener un foco; es decir, concentrar los recursos en áreas específicas, lo cual no sucedería con el actual curso que van tomando las cosas. La razón estaría en lo ajeno que resultan las políticas generales de innovación para el grueso de los productores agrícolas, "quienes conforman un segmento bastante heterogéneo", afirma.

Lo más efectivo consistiría en otorgar un rol más central a las universidades como motor del cambio en innovación. La idea sería aprovechar su experiencia y relación de larga data con empresarios agrícolas, ya sea pequeños productores o industriales del sector, gracias a lo cual habrían ganado el conocimiento y las confianzas necesarias para sacar adelante este tipo de proyectos. "No porque la génesis de un proyecto radique en una universidad va a significar que esté alejado de la realidad", asegura Rojas.

La preocupación de Rojas es si estos cambios conducirán a los efectos buscados. "Sobre todo si se lograra que los esfuerzos aislados se sumen al esfuerzo principal de convertirnos en una potencia alimentaria", concluye el rector.

¿Qué es la FIA?La Fundación para la Innovación Agraria, FIA, es la agencia sectorial de fomento a la innovación y su objetivo es incrementar la competitividad de la agricultura. Busca fomentar los procesos de innovación a través del cofinanciamiento de proyectos e iniciativas complementarias. La FIA entrega aportes por hasta $ 150 millones, con un tope de 80% del valor total del presupuesto del proyecto, cuya duración no debe prolongarse más allá de 36 meses.Los Otros cambios que están vigentes
Énfasis mayor que en convocatorias previas, para que al finalizar los proyectos se generen bienes o servicios nuevos (o significativamente mejorados) que ya se estén empezando a comercializar.
Cuando se trata de productos que ya se están vendiendo al comenzar el proyecto, lo que interesa es llegar al final con un aumento en ventas o reducción de costos, derivados precisamente de la innovación.
Los resultados de la ejecución del proyecto, junto a toda la información generada en el transcurso de éste, serán propiedad del ejecutor. Antes la propiedad era compartida entre el ejecutor y la FIA.
Se solicita al postulante aportar al menos el 50% del costo total. Con ello, se pretende tener postulaciones de empresas y asociaciones con alto compromiso con los proyectos.

 

Fuente: Revista del Campo- El Mercurio.

 

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