"El que sigue haciendo lo mismo, es un jubilado de la innovación"
21 de junio de 2010
El ejecutivo reconoce que el agro chileno es uno de los sectores más innovadores del país, pero insiste en que hoy hay que poner el énfasis en desafíos radicalmente distintos.
Chile es un país innovador. Así lo están reconociendo incluso publicaciones internacionales, como el Harvard Business Review, el Business Week y el blog de noticias Daily Beast, donde se ubica a Chile en el lugar 10 de un ranking sobre las naciones más innovadoras del mundo. Precisamente la innovación es la clave de dónde está el Chile agroalimentario de hoy: un top ten en muchos productos. Sin embargo, esas son innovaciones pasadas. Si el país quiere seguir en la senda de ser potencia, entonces, se vuelve urgente dar un nuevo giro en esta materia, pues los temas de hoy ya son radicalmente distintos a los que venía enfocándose la inversión. "Antes los temas de innovación eran cosas como los sistemas de frío, de los empaques, además de variedades y nuevas especies, todas cosas que hoy son normales en la economía chilena. Ahora el foco cambió. La preocupación es por temas como la huella de carbono, inocuidad, huella de agua", plantea el presidente de Fundación Chile, Óscar Guillermo Garretón.
Una buena noticia para Chile es que la demanda por alimentos se prevé cada vez mayor.
"En 2015 habrá más o menos 1.800 millones de habitantes del planeta que pasarán la barrera de los US$ 5 mil anuales, el grueso de ellos en Asia. Eso significa que ese número de personas tiene acceso a comer más proteínas y otros alimentos. Asimismo, en los sectores de más altos ingresos cambia el consumo, por ejemplo baja el de arroz 15% y aumenta el de proteína animal y comida mediterránea. La gente, al tener más ingresos, ya no demanda sólo nutrición de sus alimentos, sino que salud, placer, y quiere comodidad. Son buenas noticias, pero de un gran desafío: cómo proveemos la cantidad y en las condiciones de lo que el mundo demanda", recalca el ejecutivo.
Sin embargo, hay que considerar que en los últimos años Chile viene enfrentando un cambio de escenario en los mercados globales. Aunque aún en forma poco notoria está claro que los espacios que abrieron los TLC han comenzado a disminuir porque otros países también están accediendo. Además, los cambios tecnológicos han ido acortando e incluso, en algunos casos, eliminando la contraestación que fue el primer impulso para los productos frutícolas chilenos en el mundo. Entonces, las nuevas exigencias se vuelven críticas al momento de competir.
"Si seguimos viendo la agricultura con los mismos ojos del comienzo del éxito agrícola de Chile no estamos tomando en cuenta esos datos. Es decir, no estamos mirando y escuchando a nuestro cliente, que es el mundo", dice Garretón.
Y lo que ese cliente está demandando es incluir dentro de la producción los nuevos conceptos que han incorporado el cambio climático, la sustentabilidad y la preocupación por mayor salud, placer y bienestar en la comida.
"Esto no es para que los agricultores se asusten, pero sí para que se preocupen de estos nuevos temas, como la huella de carbono y del agua. Hay que considerar que ya no hay tiempo. Esto ya no es un tema de mañana, es un tema de ayer. Wall Mart en EE.UU. ya les exige la huella de carbono a todos los productos que están en sus estanterías. Europa, incluso China, han adquirido compromiso sobre emisiones y se lo están exigiendo a sus productores. Aunque nosotros tengamos una responsabilidad menor en las emisiones del mundo, pensar que en esos países les van a exigir a sus productores una determinada limpieza en la emisión y no se lo van a pedir a los productos que importan es una ingenuidad muy grande. Podemos discutir si es justo o injusto, pero esa es una discusión para tomarse un vinito. Lo concreto es que lo van a exigir. Entonces tenemos que prepararnos y anticiparnos a esto, para que Chile tenga los medios para enfrentar esto", dice Garretón.
La capacidad está
-¿Tenemos la capacidad para dar un nuevo salto en innovación y responder a estos nuevos desafíos?
-Todo el mundo habla de innovación y ya es una palabra bien manoseada. Tenemos que ponernos de acuerdo en un concepto y una lógica de innovación. No es un señor con delantal blanco metido en un laboratorio inventando cosas espectaculares y con un tremendo diploma de una universidad del mundo muy prestigiada. Innovación es cambiar la realidad y eso puede ser algunos de esos sabios, que es muy bueno tenerlos, pero también puede ser el más humilde trabajador de un predio que es capaz de descubrir una nueva forma de hacer las cosas. Los innovadores podemos ser todos. Todos tenemos en nosotros un innovador. Lo importante es cómo potenciar eso como país.
-¿La inversión que se hace en Chile está bien enfocada?
-Como país hemos mal gastado muchos recursos de la innovación en cosas que no necesariamente son innovación.
Por ejemplo, muchos cursos de capacitación laboral que no tienen que ver directamente en innovación. Esto no es una observación a las políticas del Estado, sino a las de las empresas para que tengan una visión mucho más certera de las necesidades de competencias laborales que tienen, que es un tema que estamos trabajando. Tanto a nivel del trabajador operario de planta como también de lo que es gestión de innovación a nivel de ejecutivos con las empresas.
-¿Cómo enfrentamos estos nuevos desafíos desde el agro chileno?
-La agricultura chilena es uno de los sectores más innovadores del país. Pero los innovadores se prueban no por lo que hicieron, sino por cómo enfrentan los desafíos que les tocan. El innovador que sigue haciendo lo mismo es un jubilado de la innovación. Por eso, no preocuparse hoy de la huella de carbono, de inocuidad, CO2, trazabilidad, del envejecimiento de la población con alimentos funcionales, no tiene sentido. Estos nuevos desafíos tienen respuestas. No estamos condenados por el hecho de estar lejos de los mercados a tener una huella de carbono más mala. Eso también es un tema de gestión empresarial. Entonces, hay que ser muy buenos para medirla y también para compensarla. Por ejemplo, recién compensamos, como Fundación Chile, a la selección chilena, es decir, llegó carbón neutral a Sudáfrica. Esto puede ser un dato para un empresario agrícola que tenga imaginación empresarial. Porque con la selección lo que dijimos fue que un producto chileno -en este caso nuestro deporte- puede llegar a Sudáfrica carbón neutral. Entonces ¿por qué no lo va a poder hacer una fruta o un vino nuestro?
-¿Está actuando el sector agroalimentario lo suficientemente rápido para enfrentar estos temas?
-La rapidez de los agricultores yo diría hay algunos, los más de vanguardia, que efectivamente se han anticipado a esto. Pero hay varios en esto. Las viñas son muy modernas y competitivas y han aprendido la lección de la competencia y están actuando muy rápido.
Hemos sido muy audaces
- ¿Son los chilenos audaces en esta materia?
-Hemos sido muy audaces.
Aquí yo tengo una discrepancia con los medidores de innovación. Porque siempre miden innovación diciendo que el porcentaje que tenemos, un 0,7, es muy bajo. Efectivamente es muy importante que aumente. Pero no es el único factor, ni siquiera el más importante.
Como país hemos sido durante los últimos 25 años muy innovadores. Y tiene algo contradictorio decir que no lo hemos sido porque nuestra inversión en I+D es baja, y al mismo tiempo venga gente en peregrinación a ver cómo lo hemos hecho, por lo bien que lo hemos hecho. Y esa contradicción es porque estamos midiendo mal innovación.
Por ejemplo, cuando la agricultura chilena descubrió que podía hacer off season y se largó a exportar fruta u otros alimentos al mundo, fue muy innovadora. Cuando se cambian las variedades de fruta, y pasamos de la manzana roja a la Royal Gala o a la Pink Lady, a la Fuji; cuando los sistemas de riego se extienden por el país, eso es innovación y muy potente. Pero no está en las contabilidades como innovación. No se refleja sólo en los datos de I+D, porque toda la inversión que se hizo está en ítems que no se miden como innovación. Pero lo es. No considerarlo así es equivocarse profundamente.
Más gasto, pero con otro foco
-¿Entonces no hay que aumentar la inversión en innovación?
-En ciencia básica tenemos que mantener, y ojala aumentar, lo que Chile gasta, porque eso tiene importancia en lo que es el desarrollo de conocimiento y la formación de gente de alto nivel para el país. Pero lo que no puede seguir es la proporción entre la inversión de ciencia básica y de ciencia aplicada que tenemos. En Chile tenemos 2/3 para ciencia básica y un tercio para ciencia aplicada. y eso es exactamente la inversa de los países de punta tecnológica. No estoy proponiendo que se disminuya la inversión en ciencia básica, sino que se aumente la otra. Y en eso parte es lo que hacen las empresas y parte lo que hace el público.
-Enfrentados a este nuevo escenario, ¿cómo debe ser la relación público-privada en esta materia?
-Sin duda que las innovaciones productivas las hacen quienes producen, por lo tanto los privados. Pero no hay innovación privada posible sin un Estado comprometido con ella. Aquí no hay ningún actor prescindible. Los grandes actores son las empresas y los emprendedores, que son los que materializan la innovación. Pero en las etapas tempranas el rol de los cuerpos intermedios y el apoyo estatal a eso son claves. ¿Por qué? Porque hay muchas cosas que los privados, con razón, no hacen al comienzo porque son muy riesgosas. O sea, tiene que existir un intermediador, como lo es la Fundación, por ejemplo, para que alguien vaya a aprender sobre bonos de carbono. No veo a un agricultor con un predio de 50 hectáreas viajando a averiguar eso. Tiene que haber alguien dispuesto a arriesgar en crear algo tan raro como una bolsa climática.
Internet. Vea video sobre las innovaciones que han marcado el sector agroalimentario en emoltv.emol.com
Se han gastado muchos recursos de innovación en cosas que no necesariamente lo es.
Los innovadores se prueban no por lo que hicieron sino por como enfrentan los nuevos desafíos.
Fuente: El Mercurio.