Ganado bovino: Escasa información golpea a la genética local
22 de mayo de 2017
Quienes quieren incorporar genética para mejorar su ganado, deben recurrir mayoritariamente a centros internacionales, ya que en el país prácticamente no existe generación propia.
Si de exportación de carnes se trata, Chile no logra avanzar. La principal causa es lo acotado de la masa ganadera y la baja especialización de esta. Por ello, parte de la discusión, cuando de ganado bovino se trata, es la urgente necesidad de mejorar y aumentar el número de animales y la fórmula es el uso de tecnología. Una de ellas es la genética, que permite contar con animales con las características que se requieren, ya sea para leche o carne.
A nivel global existen centros altamente especializados en la producción de genética, donde se trabajan no solo las distintas características que puede requerir un productor, sino que además está todo claramente detallado. En Chile, si bien la inseminación artificial se utiliza desde los años 80, se realiza principalmente con genética importada y muy poco es lo que se ha avanzado en el desarrollo local. De hecho, la Universidad Austral, a través de su Centro de Inseminación Artificial, es la única entidad que ha trabajabado con material genético chileno, sin embargo, a principios de este año anunció que entraba en un proceso de reformulación.
Ya se trate de genética para animales de carne o para los de leche, su uso adecuado tiene especial importancia. En el país es dispar, según se trate de animales para carne o para leche. Mientras en el sector lácteo un alto porcentaje de los productores ha invertido en mejorar la calidad de sus animales y de su producto final, entre los de carne la situación es radicalmente distinta, y solo en los últimos años se comenzó a trabajar más es la búsqueda de razas específicas.
Pero una de las características que tiene la mejora genética en el país es que, independiente de si se utilice en ganado de carne o de leche, la mayor parte de ella viene del extranjero, ya que a nivel local existe poco o nada de desarrollo.
La culpa de esto sería, en parte, la escasa o nula información sistematizada que hay respecto de la genética local; es decir, quién quiere utilizarla no dispone de datos tan básicos como un catálogo con los toros que están detrás de ella ni las características específicas de ello.
A nivel internacional esa información es la base de lo que se ha avanzado en el mundo en mejoras, pues si un productor que quiere, por ejemplo, mejorar el rendimiento de sus vacas lecheras, busca toros que tengan hijas de alto rendimiento; o si quiere animales que engorden de una determinada forma, busca toros que lo hagan.
Precisamente, ha sido ese buen nivel de información y la cantidad de características ya disponibles lo que ha llevado que a nivel país prácticamente no haya inversión en desarrollo de genética local, lo que para algunos es una falencia que debiera subsanarse.
El médico veterinario Héctor Uribe, especialista en mejoramiento genético y profesor de la Universidad de Chile, recalca que contar con genética propia sería lo más adecuado, ya que los animales podría expresar mejor su potencial. "Lo que les miden a las vacas es la leche o la grasa que producen, y si eso está en diferentes ambientes no son los mismos genes los que se ocupan para producir leche aquí que en otro lugar, no son los mismos que ocupo cuando camino acá que cuando camino en altura", plantea.
Agrega que en el país hay muy pocos genetistas, porque esto no resulta una buena alternativa de ingresos.
Paola Vargas, directora del departamento de reproducción e Inseminación artificial de Cooprinsem, reconoce que el país tiene genética y profesionales del más alto nivel lo que permitiría desarrollar un programa de mejoramiento genético y selección de reproductores adecuados para el país. Sin embargo, considera que hay limitantes como, por ejemplo, que menos de la mitad de las vacas nacionales está bajo control lechero, que es una fuente de información clave para realizar selección genética. Otro elemento en contra es el bajo número de animales disponibles, lo que disminuye la posibilidad de ejercer una presión de selección relevante.
"Se requiere un índice de selección que refleje el valor económico de las variables productivas; sin embargo, las pautas de pago de las plantas lecheras en Chile son todas distintas y no existen señales de largo plazo", dice.
Otro elemento que considera crucial es que en el país existen cinco sistemas productivos distintos, "lo que lleva a que un tipo de genética que es la más adecuada para uno, puede no serlo para otro".
Y reconoce que la realidad nacional es preocupante, pues durante los últimos años en Chile no ha habido progreso en las características productivas de los animales, debido a que tanto el semen nacional como los toros de monta natural llegaron al mismo nivel genético.
El problema es que no solo no existe una alta capacidad generadora de genética propia, sino que, además, lo que hay adolece de déficits importantes, como la ausencia de información sistematizada.
Christián Arntz, presidente de SAGO, sostiene que la falta de información y catálogos con las características de cada toro disponible en Chile es uno de los principales problemas. "Eso nos juega en contra. En el mercado internacional para que puedas vender tu genética necesitas avalarla con pruebas, y como país no hemos logrado hacer estos rankings y así tener pruebas de toros", explica.
Pero, además, se trata de tecnologías de alto costo, y, siendo Chile un país pequeño, la duda es hasta dónde resulta conveniente destinar esa inversión a duplicar lo que ya existe en el mercado.
"En un mundo globalizado lógicamente podemos aprovechar ese progreso genético y avance científico disponible para todo el mundo, sin la necesidad de duplicar las tareas", comenta el médico veterinario y consultor Rodrigo Prado.
Para Uribe es un tema en el que "se necesitaría una asociación entre los privados, para que primero entiendan que esto es necesario; los productores pueden aportar el control lechero y el gobierno, a través del ministerio o Corfo, la evaluación genética e identificar a los mejores animales".
Insiste en que la genética está en constante cambio, por lo que cuando se compra algo que es lo mejor, al año siguiente puede ya no serlo. Eso podría trabajarse de mejor forma, con desarrollos propios.
Arntz reconoce que contar con genética permitiría que los animales expresen todo su potencial, lo que puede no ocurrir con producto importado, que puede ser muy bueno en su ambiente, pero podría no expresarse de la misma manera a nivel local. Por eso cree que se requiere incentivar la investigación, pero se necesita dinero.
"Eso podría ser un bien país interesante en el cual el Estado podría invertir dinero", dice.
Más allá de dónde viene la genética, lo central, plantea Prado, es invertir en ella para mejorar la masa ganadera y de esa forma aprovechar el potencial que abren los tratados de libre comercio.
Fuente: Revista del Campo-El Mercurio