Cómo revertir la caída en la masa ganadera bovina
9 de enero de 2017
Superar el estancamiento del sector pasa por cambiar la normativa de ciasiticacion y tipificación a la que se acusa de no premiar la calidad y de originar una competencia desleal con la carne importada. Se propone desarrollar una normativa que apunte a la calidad que sea voluntaria, además se plantea apoyo crediticio y medidas para aumentar la competitividad, por ejemplo, en las tarifas de certificación.
Es uno de los grandes misterios del agro chileno. Un millón de vacunos ya no está. Simplemente se esfumaron.
En 2007 el Instituto Nacional de Estadísticas contabilizó 3,7 millones de cabezas de ganado en el país.
A 2015, sin embargo, el recuento oficial solo consigna 2,7 millones de vacunos.
¿Dónde se fueron esos animales? La mayoría se fue a las plantas faenadoras, enviados por ganaderos cansados de cerrar el año con números rojos o sobre la línea de flotación, especialmente lecheros.
Un puñado de animales ha salido a incrementar la masa ganadera en destinos como China o Turquía.
Las causas de la desaparición ganadera están lejos de resolverse.
El ingreso per cápita en Chile ha mejorado año tras año; sin embargo, la carne de vacuno, más cara y valorada que las alternativas de pollo y cerdo, no muestra un auge de consumo. Paralelamente, Chile tiene una de las mayores colecciones de tratados de libre comercio del mundo, con posibilidades de exportar desde a la Unión Europea a China.
Si eso no fuera poco, dentro del segmento de la carne de vacuno, Chile está especializado en un nicho con poca competencia: ganado engordado en praderas y no encerrado en feedlot como en buena parte del mundo. Así se logra un sabor más intenso y una calidad nutricional más alta.
Por ejemplo, Nueva Zelandia, un país pequeño y con condiciones similares a las de la ganadería de las regiones de Los Lagos y Los Ríos, tiene una industria ganadera sólida. Los "kiwis" se dieron el lujo de exportar a un promedio de US$ 4.887 la tonelada en la temporada 2015-2016, 20% más que dos temporadas atrás ,y han posicionado sus marcas en los mercados.
"Si no tuviéramos potencial ni oportunidades, la ganadería vacuna en Chile sería un desastre y lo único que quedaría sería cerrar la puerta, pero tenemos ventajas de todo tipo, incluso ecológicas, es parte del 7% de los territorios en el mundo que pueden producir a base de pastoreo", señala Christian Arntz, presidente de la Sociedad Agrícola y Ganadera de Osorno, SAGO.
Una visión parecida tiene el consultor Miguel Ponce, de la Universidad de Chile. "A nivel mundial, cada vez hay menos praderas y los animales tienen menos donde alimentarse... Y la carne de los animales alimentados a pasto tienen un perfil de ácidos grasos, según estudios, que son muy saludables para la especie humana".
Cambios en la normativa
¿Qué produjo el freno de la ganadería de vacuno en Chile? Miguel Ponce parte por "culpar" al desarrollo de las carnes de pollo, pavo y cerdo, en una ganadería bovina nacional de tipo lechero y por cultivos silvoagropecuarios más rentables que han desplazado a las praderas.
La preocupación está instalada a nivel público y privado, hay mesas de trabajo funcionando. Mientras se esperan sus conclusiones y sugerencias, algunos actores de la cadena de producción y procesamiento de la carne de vacuno entregan sus ideas para revertir la caída de la masa ganadera.
"Habría que adecuar los reglamentos a los mercados objetivos de Chile en las exportaciones y garantizar así que el ciento por ciento de la masa quede apta para la exportación", propone Alejandro Anwandter, gerente general de Frigorífico de Osorno, Frigosorno, empresa que lidera las exportaciones de carne chilena.
También considera muy importante alinear los reglamentos internos de Chile con los mercados internacionales. "Eso significa eliminar la clasificación y tipificación de la carne lo antes posible, como elemento distorsionador del mercado interno y de las carnes que Chile importa, aumentando la competitividad del producto nacional con una diferenciación de marcas y calidades".
Anwandter cree que falta una visión y definición de país, porque temas como el señalado de clasificación y tipificación le restan valor a la ganadería.
"En esta norma específicamente hemos permitido distorsiones enormes que han desorientado y desinformado al consumidor. Es sencillamente una norma errada en su concepto, del momento en que clasifica obligadamente cortes. De existir, debería ser hasta la canal y voluntaria entre las partes. Se han destruido marcas con cargo a generar un gran commodity que abarca muchas calidades distintas", señala.
Los ganaderos concuerdan con Anwandter sobre la tipificación, ya que señalan que la categorización de V-A-C-U-N-O, debe terminarse, porque origina una competencia desleal con la carne importada. "Para nosotros no ha aportado nada en el tiempo, no ha sido la barrera eficiente para protegernos de la carne importada, ni agrega valor, y no es un buen detector de la calidad de la carne. Eso sí, encontramos de mucho valor que se haya dictado la Ley de la Carne, que ha ayudado a ordenar al sector, pero las normas de tipificación no han ayudado significativamente a la ganadería", señala Christian Arntz, presidente de SAGO. También propone avanzar hacia una verdadera norma de calidad, pero que sea de aplicación voluntaria y no obligatoria.
Otro punto más específico que agrega Anwandter es homologar requisitos microbiológicos en las plantas faenadoras para el mercado nacional con las plantas exportadoras, para así dar garantías también a los consumidores nacionales en materias mínimas de inocuidad y seguridad alimentaria, y evitar así que se continúe con una desinversión en frigoríficos exportadores, como se ha visto en los últimos años.
Estrategia país
Se debe dar énfasis e insistir a lo largo de la cadena en una estrategia común que busque la diferenciación, tanto por especie -Bos taurus versus Bos indicus- como por sistema de producción, producto libre de enfermedades, libre o no de anabólicos y tratar de buscar nichos de mercado. "La idea es que cada eslabón pueda tener un beneficio y no, como se cree, solo algunos de ellos", plantea Adrián Catrileo, experto en transferencia de tecnología en producción animal, investigador de INIA Carillanca.
Catrileo cree que algunos incentivos podrían ayudar a superar la situación. "Si se hubiera dejado solo a las fuerzas del mercado, a lo mejor el desarrollo del sector forestal en el país estaría estancado y ello no ha sido así debido al Decreto 701", dice.
Una buena medida, cree, serían incentivos a la retención de vientres, pero asociados, además, a un nivel mínimo del porcentaje de parición en el rebaño.
También considera necesario mejorar la información estadística y de precios al ganadero. "Con información actualizada se pueden tomar mejores decisiones".
Establecer un sistema de crédito ganadero para quienes estén interesados en este rubro, para que así puedan invertir en el negocio. Faltan instrumentos de financiamiento de la banca, adaptados a los ciclos de producción agrícola, que son mucho más largos, advierten en SAGO.
"Una buena política pública sería pensar en créditos para que el productor no tenga que deshacerse de su ganado y pueda invertir en hacer crecer su masa y participar de mejor manera de este mercado. Esto siempre que lo demás funcione para hacerlo un buen negocio, como creemos", dice Arntz.
Mejorar la capacitación a extensionistas y productores en el ámbito productivo, reproductivo y económico. "Esto debiera llevar al establecimiento de especies forrajeras mejor adaptadas a las condiciones de suelo y clima que hoy están imperando, como también a la selección de razas de carne que se adapten mejor a las condiciones del productor -medio ambiente- y la demanda del mercado", dice Catrileo.
A nivel de campo se debiera enfatizar, considera Catrileo, el aumento de la productividad y la eficiencia del sistema en el aspecto reproductivo, ya que se requiere mejorar los indicadores de porcentaje de parición y edad al primer encaste, entre otros factores.
Trabas internas y menores costos
Un trabajo intenso para rebajar las barreras internas que no permiten aprovechar la gama de acuerdos comerciales que posee el país, plantea el presidente de SAGO. Un ejemplo son los programas de certificación de exportaciones como los PABCO.
"Por ejemplo, señala Christian Arntz, los productores se llevan todo el costo de la certificación. Además, se establecen barreras internas teniendo los mercados abiertos, con sobreexigencias que nos hacen difícil exportar, ya que perdemos competitividad. Son normativas excesivamente rigurosas y lo que se requiere es una política pública para nuestra ganadería que facilite llegar a los mercados".
La certificación para que un predio pueda exportar a Europa, supone para el productor tener que contratar un profesional de apoyo que lleve el papeleo. Con el valor más bajo, representaría más de $3 millones al año. Entonces, la exportación queda reservada solo para un ganadero de tamaño grande, y los pequeños no pueden acceder por existir una barrera autoimpuesta.
Christian Arntz considera que la industria exportadora debe abordar y consolidar mercados, incluso de nicho, de manera seria y continua, "porque se han abierto muchos, pero hemos consolidado muy pocos, y eso atenta contra del desarrollo de la masa ganadera".
Eso sí, lo anterior no significa que haya que abandonar el mercado interno.
También se requiere que el Estado ayude a mejorar la competitividad. "Por ejemplo, bajando nuestros costos, como los de energía, a nivel de toda la cadena ya que para los frigoríficos es clave", dice Arntz
Fuente: Revista del Campo- El Mercurio