La India: adoradores de la vaca y principales exportadores de carne de bovino
4 de julio de 2013
La India liderará este año la exportación mundial de carne bovina y, aunque la mayor parte es de búfalo, este dominio ha causado indignación en los sectores hindúes más conservadores, que ven en la vaca su animal más sagrado.
Hasta ahora, muchos relacionaban a la India con vacas que “pastan” a sus anchas en los basureros y que cortan el tráfico a su antojo, pero pocos esperaban que este país, eminentemente vegetariano, se convertiría en una potencia ganadera.
Pero los datos -como recoge el Departamento de Agricultura de Estados Unidos- hablan por sí solos: la India exportará este año 2,160 toneladas métricas (Tm) de carne de bovino, frente a las 1,450 Tm de Brasil, su inmediato competidor.
Algo impensable hasta hace poco, si se tiene en cuenta que la India en 2009 exportaba 609 Tm, lo que supone un crecimiento del 255 por ciento en tan solo cuatro años.
Esta rápida expansión se debe, según el Comité Veterinario Permanente del Cono Sur, “a la demanda de productos de bajo costo en mercados emergentes sensibles al precio, así como a la capacidad de proporcionar productos ‘halal' (que siguen las leyes islámicas)”.
La coalición que gobierna este país asiático, liderada por el Partido del Congreso de la dinastía Nehru-Gandhi, abandera el “milagro” de la llamada “Revolución Rosa”, que busca promover el mercado de la carne.
El Gobierno ha otorgado subsidios al sector cárnico por valor de 500 millones de rupias (unos 6,5 millones de euros) y la exención de pagar impuestos durante cinco años, lo que ha conllevado la crítica de los hindúes más conservadores.
Aunque una gran parte de la carne que se exporta es de búfalo -discriminado dentro del hinduismo por su color oscuro- muchos se preguntan, ante niveles tan altos de exportación, “cuánta carne proviene de la vaca sagrada y cuánta de otros bovinos”.
Narendra Modi, miembro del partido nacionalista hindú Bharatiya Janata Party (BJP, principal fuerza de la oposición) y candidato a primer ministro de la India en las elecciones de 2014, denunció como “pecaminosa” la iniciativa impulsada por el Congreso.
“Es triste que el Gobierno promueva la matanza de vacas y la exportación de carne de bovino. Nuestros valores indios no nos mueven a matar a nuestra madre la vaca”, escribió Modi en su blog en 2012.
Por su parte, Minakshi Lekhi, portavoz del BJP, afirmó a Efe que su partido está “definitivamente en contra de la ‘Revolución Rosa' porque el ganado es fundamental para la vida diaria en la India, pues de él se obtienen productos como la leche y sus derivados”.
Pero la devoción por la vaca en la India va más allá, ya que para el hinduismo -religión mayoritaria en el país- este animal es percibido como la morada de los dioses.
“Todos los dioses, 560 millones, viven en la vaca: la vaca es poder y el poder es nuestra madre. Todos los que nacen en la Tierra, nacen de la vaca. Por eso, rezamos a la vaca”, explicó a Efe el sacerdote Bawan Tiwari, en un céntrico templo de Nueva Delhi.
A esto se unen las críticas de numerosos ecologistas, que han denunciado el trato que reciben los animales que van a ser llevados a los mataderos y aseguran que el modo en el que son sacrificados se halla a años luz de los estándares occidentales.
Las deficiencias sanitarias explican, de acuerdo con diversos informes, que las exportaciones indias sigan restringidas a muchos mercados importantes, entre ellos el de la Unión Europea.
Además, las grandes exportaciones de carne de bovino han acarreado la falta de disponibilidad de este producto para el mercado interno, donde es consumido por cristianos, musulmanes, hindúes liberales y las castas más bajas.
“La exportación de la carne ha supuesto un problema, pues era muy barata y ahora, como se la quedan los grandes exportadores, se ha encarecido”, aseguró a Efe Mohamed Rehan Qureshi, desde su carnicería en un barrio musulmán en Nueva Delhi.
Qureshi llamó la atención sobre “lo mucho que va a escasear” la carne en la India si se mantienen las actuales políticas exportadoras, lo que supondrá que “los pobres se queden sin uno de sus principales alimentos”.
Fuente: El Nuevo Herald