Las tendencias de la ganadería en los países que crecen
12 de enero de 2013
Mientras todavía duele el adjetivo “catastrófica”, con el que calificó a la situación actual de nuestra ganadería, el especialista Alberto de las Carreras en LA NACION del 15 de diciembre pasado, me animo a compartir algunas tendencias que entusiasman de la ganadería del Primer Mundo.
A la cabeza ubico la última versión de la National Beef Quality Audit, un informe quinquenal financiado por toda la cadena de la carne en los Estados Unidos, que muestra los cambios y la evolución de lo que se denomina “calidad” de la carne. Mientras hace 20 años el consumidor criticaba la cantidad de grasa externa de los bifes y pedía sabor, terneza y consistencia, en la actualidad se han ubicado al tope de las demandas conceptos como seguridad del alimento (se entiende sanitaria), la satisfacción al consumirlo y “cómo y dónde fue criado el ganado”. Queda demostrada de esta manera la dinámica del concepto de calidad: las demandas del consumidor cambian y aumentan.
Otro de los aspectos más relevantes del informe muestra que, de la auditoría hecha a las plantas frigoríficas (conducida por especialistas de la Universidad de Texas A&M) se observa que 50,6% de las haciendas llevaban una caravana versus 38,7% en el ultimo relevamiento en 2005.
Además se presenta otra valiosa información, que indica que el porcentaje de medias reses que califican para las dos categorías más valiosas de acuerdo al standard del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (Prime y Choice) llega ya al 61% mientras que en 2005 era del 55% y en 2000 apenas del 51%. Cada vez más calidad.
Dejando ya de lado este informe y observando las campañas de calidad de las razas también en los Estados Unidos, aparece una novedad que va a ser muy controvertida y por lo tanto ha creado gran expectativa: la American Angus Association ha lanzado una campaña publicitaria donde pretende dar por tierra con el arraigado concepto que la cruza con otras razas -de ordinario Hereford, aunque no se menciona- produce un animal de mejor performance que la raza pura.
Basada en el hecho que es la raza más popular, y más medida en los Estados Unidos (casi 295.000 animales registrados en 2011 versus el segundo, la raza Hereford con 70.260), espera poder convencer a los criadores que quedan (hay informes que estiman que aproximadamente 70% del rodeo norteamericano lleva al menos algo de influencia Angus de aumentar su porción del mercado. La base de la estrategia seguirá siendo el fuerte respaldo de mediciones creíbles que presenta la raza, por eso la enorme influencia que tiene en todo el mundo la genética norteamericana. El corazón de la estrategia está en el argumento de que no vale la pena sacrificar calidad de la media res y consistencia genética para tener unos kilos más (y el argumento por cierto tiene mucho mérito).. veremos cómo sigue y si otras razas le contestan el desafío!
Se agrega a las tecnologías ganaderas un producto que revolucionará las mediciones y que es presentado por un laboratorio norteamericano, que se denomina HD50K Global Angus, que permitirá a través de un simple análisis de ADN, (muestra de pelo o sangre) entender el mérito genético de un vacuno -para una serie de 18 atributos de valor económico- de dicha raza y ranquearlo en relación a un promedio formado por el conjunto de las principales poblaciones angus medidas (Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido y América del Sur). Esto es sólo otra muestra de las tecnologías que ya están disponibles en el mundo.
Hace algunas semanas se llevó a cabo en Montevideo el séptimo Congreso de la cadena de la carne denominado “Del campo al plato”. En dicho evento se pudo apreciar con toda claridad las razones por las cuales nuestro vecino ha avanzado al lugar tan encumbrado en la producción y el comercio mundial de carnes.
Esta parece ser la clave del éxito o el fracaso de los países, por lo menos para los prestigiosos economistas, Daron Acemoglu y James Robinson, en su reciente obra “Porqué las Naciones fracasan” (“Why Nations Fail”) una obra interesante que ubica la clave del éxito o el fracaso de los países según la calidad de sus instituciones: “inclusivas” o “extractivas” y su sistema político : pluralista o no. Para el caso argentino, en este libro no nos dan una buena calificación: casi desde el mismo comienzo de la República, los autores nos asignan instituciones extractivas (te permito crear riqueza para luego quitártela; no incentiva la inversión tecnológica) y un sistema político que no es plural.
Volviendo al caso uruguayo y al congreso de la cadena de la carne, se pudo apreciar el entusiasmo de haber logrado un sistema de trazabilidad que es modelo internacional (ejemplo hasta para el propio Estados Unidos), de tener una industria frigorífica que califica cada vez a destinos más exigentes, políticas públicas estables en el tiempo y que surgen de la interacción madura entre el Estado y el sector privado. En resumen, ningún misterio: puro sentido común y la honestidad necesaria para poder poner por encima de los intereses de cada parte los del conjunto del país y sus ciudadanos.
Fuente: Arturo Vierheller (H) LA NACION
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