Derribando los mitos sobre la carne bovina
9 de julio de 2012
“Cuando uno va a hacerse un chequeo médico y le encuentran alto el perfil lipídico, el colesterol o tiene historial de enfermedades cardiovasculares, inmediatamente la recomendación es dejar las carnes rojas”, dice Adrián Catrileo, especialista en carne bovina de Inia Carillanca.
El experto participó en el programa Tiempo de Cosecha de Radio Digital F.M, donde abordó los mitos que rodean a la carne bovina.
Y partió señalando que uno de ellos es que las carnes rojas son perjudiciales para la salud por contener altos niveles de grasas saturadas.
“Hace años se vienen realizando una serie de estudios que demuestran, entre otras cosas, que la carne tiene mucho menos grasa que hace 20 años. Y además, la gente pide a los carnicerios sacarle toda la grasa, llevándose a casa una carne magra”, advierte el experto.
Pero aún más. Catrileo entrega otro dato. La carne que se vende habitualmente en Chile no tiene más del 7% de grasa total. “Y de ello, sólo el 50% corresponde a grasas saturadas. El resto es de grasas poliinsaturadas y monoinsaturadasque tienen los ácidos omega 3 y omega 6, que está comprobado que son beneficiosos para la salud”, plantea.
Además, hay otro elemento que se debe considerar. Y que dice relación con el sistema de producción de la carne.
Según el investigador, experto en ganadería bovina, muchas de estas recomendaciones médicas vienen de países en donde los sistemas productivos y de engorda se realizan en base a grano -feed lots o confinamiento- que generan mayor cantidad de grasa en el producto final.
En Chile, en cambio, al ser una producción basada en praderas y sólo con pequeñas dosis de granos, permite lograr una mejor relación omega 3 omega-6, lo que reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, situación que normalmente la población desconoce.
“Aquellos rumiantes que se alimentan de pasturas tienen un perfil lipidico más favorable en sus grasas que los que se alimentan en confinamiento”, sentencia.
Catrileo agrega que –adicionalmente- la carne es un alimento de alta densidad. Posee un 26% de proteína y tiene altas concentraciones de hierro y zinc y algunas vitaminas.
De hecho, algunos estudios realizados muestran que para obtener la misma cantidad de zinc encontrada en 85 gramos de carne de vacuno se necesitaría consumir 12 tarros de atún; mientras que para equiparar los niveles de vitamina B12 se requerirían 12 pechugas de pollo; y 3 porciones medianas de espinacas para alcanzar proporciones similares de hierro.
El problema, dice el investigador, es que hoy en Chile no existe una certificación o etiquetado que permita valorar esta característica de la carne bovina. “Distintas instituciones estamos trabajando en una fórmula de poder hacer llegar esta información a los consumidores y a los especialistas de la salud”, sostiene.
En ese plano, comenta que participó recientemente en el congreso del Colegio de Nutricionistas de Chile, donde explicó los últimos estudios al respecto, “para que los especialistas puedan tener más elementos de juicio a la hora de entregar las recomendaciones nutricionales”.
Entre otras cosas, ante los profesionales de la nutrición, Catrileo explicó que la carne de animales alimentados principalmente en base a praderas pueden tener 60% más de ácidos grasos omega 3 y una relación omega6-omega3 más favorable (60% mayor) que otras carnes como la de ave o cerdo.
participación
Lo cierto es que en los últimos 30 años, la carne bovina ha perdido terreno frente a sus máximos competidores: el pollo y el cerdo.
De hecho desde 1998, la carne de ave desplazó a la bovina como la más consumida en Chile: en 2011 llegó a 36,1 kilos por habitante al año; en segundo lugar se ubicó la de cerdo con 25,7 kilos; y luego la bovina con 21,7 kilos.
Según el especialista, esto tiene que ver principalmente con los precios, más que con la “mala fama” que se ha construido en torno al vacuno. “Siempre se dice que el mejor ablandador de la carne es el precio. Y esto ha generado que las carnes blancas acaparen la mayor parte del consumo nacional”, explica.
Sin embargo, acota que a medida que el poder adquisitivo aumenta, la demanda crece a la par, lo que configura un escenario actual favorable para la carne de res, con una producción mundial proyectada menor a la requerida por los consumidores de todo el planeta.
Desde su perspectiva, esta situación debería ser vista como una oportunidad por la industria nacional; de la mano de la certificación de la carne como beneficiosa para la salud, pueden generarse nuevos negocios en un mundo en que los consumidores exigen productos funcionales: que alimenten, pero que adicionalmente aporten a la salud. “Como la carne bovina”, dice Adrián Catrileo.
Fuente: Revista del Campo Sureño