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Detrás del fenomenal aumento de la carne asoma la crisis ganadera

13 de noviembre de 2010

Entre 2006 y 2010, el stock ganadero cayó de 58,8 millones de cabezas a 48,8 millones: un 17% o 10 millones de animales menos, según datos de la consultora Economía y Regiones. Aquí hay una buena razón, por el lado de la oferta disponible, para explicar el formidable aumento del precio de la carne de los últimos meses.

Eso ya revela la ausencia de una política oficial de estímulo a la producción. Si se prefiere, que el Gobierno no advirtió un proceso a la vista de cualquiera o, peor, que si algo se hizo contribuyó a acentuarlo: desde hace varios años el stock ganadero viene cayendo sin pausa.

Queda al descubierto, así, la inutilidad de las apelaciones simplistas a aumentar el consumo de cerdo y de aves, basadas en el supuesto de que eso era posible con sólo recomendarlo desde el poder. Siempre costó mucho modificar la dieta alimenticia de los argentinos, simplemente porque este es un país con notoria tradición ganadera: igual que pretender alterarla en aquellos donde abunda la pesca.

La misma suerte corrieron todos los argumentos que se emplearon a mediados de 2008, cuando en plena crisis del campo se embestía contra la soja, el cultivo que avanzaba y desplazaba a otras producciones. Nada cambió demasiado y la soja sigue siendo la estrella que sostiene el superávit comercial y fogonea la recaudación impositiva: un buen motivo, al fin, para que todo siguiera igual.

Hay otras cosas que parten desde la base del fenómeno: Desde enero, la producción de carne vacuna cayó alrededor del 20 % , según la consultora abeceb.com. Y 30 % las exportaciones.

Hoy, la faena representa la mitad de la que había en 2007. Y creció considerablemente la faena de vacas, o sea, la fábrica de novillos y eso que garantiza producción futura.

¿Qué otra cosa podía esperarse de este encadenamiento, sino una impresionante suba en el precio de la carne? De entre el 54 y el 56 % en lo que va de 2010 , según cálculos privados. Siempre modesta, la estadística del INDEC sólo reconoce un 29,5%.

Para Economía y Regiones, el precio del asado de ternera escaló un 104% en los últimos doce meses. Se entiende, del asado: no del lomo o el bife de chorizo.

No es casual, entonces, que el consumo de carne por habitante haya caído a 57 kilos o 52, según diversas estimaciones. Es el más bajo desde 2002 , el año de la gran crisis, cuando los salarios se desplomaron y la desocupación trepó a niveles históricos.

El problema es que las subas son fuertes en todos los alimentos : arriba del 30% en los lácteos y cerca del 30% en las verduras.

Sólo alguien acostumbrado a decir lo que le viene a la boca, sin preocuparse por lo que dice, puede afirmar que la inflación "es un tema de la clase media alta". Como hizo Amado Boudou, dando vuelta toda la teoría económica.

Aníbal Fernández, su jefe, salió a cruzarlo sin piedad: "Yo no coincido con eso, normalmente es al revés", afirmó. Y de paso coincidió con Florencio Randazzo, el ministro del Interior, en culpar a los empresarios, en un intento por sacarse el problema de encima .

Mercedez Marcó del Pont, la presidenta del Banco Central, también fugó por la tangente: puso el eje en que "la economía está aún muy concentrada y monopolizada". Algunos analistas piensan igual, sólo que el proceso de concentración y extranjerización se acentuó en la era K .

Finalmente, la realidad es la que los consumidores perciben en sus bolsillos. Y resulta desde luego mucho más cruda en aquellos de bolsillos flacos .

Sólo la falta de políticas explica que una vez Guillermo Moreno prohíba la importación de alimentos y al poco tiempo la reabra. Si el argumento para lo primero fue proteger producción y trabajo nacionales, lo segundo significaría lo opuesto. Y no da como para romperse la cabeza: igual que en tantos otros casos, se trata de parches sobre parches decididos sobre la marcha.

Algo falla en serio, cuando un país productor de alimentos deviene en importador de alimentos. También cuando se pretende minimizar la inflación o se descargan culpas en otros, así les quepan: el proceso inflacionario es un fenómeno complejo, que únicamente puede ser resuelto con políticas complejas y bien articuladas .

Pero cualquier plan, el que sea, debe coexistir necesariamente con la normalización del INDEC, pues de lo contrario no habría cómo medir sus resultados. Y se sabe que la intervención del organismo no se toca.

Hasta hace poco tiempo la inflación era una mala palabra, que el Gobierno había erradicado de su diccionario. Y si ahora los funcionarios políticos admiten algo de lo que en verdad pasa, es al sólo efecto de intentar desacreditar las estadísticas privadas.

Inútil. Seguirá el bombardeo de datos privados. Y por lo que se ve, con números cada vez más elevados : vienen hasta de consultoras afines al kirchnerismo, o directamente kirchneristas.

 

Fuente: www.Agromeat.com

 

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