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Las trancas que frenan la industria de la carne

25 de octubre de 2010

Gremio de las plantas faenadoras denuncia competencia desleal de los mataderos que no cumplen con las normas.

El cuento puede tener algunos años de antigüedad y se escuchó en su seminario ganadero; "El cordero se comercializa en Chile en una cancha de fútbol... Se juntan 22 compadres y ponen luca cada uno y el cordero cuesta 25...". La audiencia pregunta, pero no alcanza, faltan tres mil pesos... El charlista responde: los árbitros también pagan.

El chiste describe perfectamente el nivel de informalidad que existe en el tema cárnico, especialmente con los ovinos, que en gran número son vendidos en la puerta de los predios.

Mientras esta realidad, con ciertos matices, domina en el país, el gremio de las plantas faenadoras de carne busca en forma urgente avanzar en el tema del mejoramiento de los mataderos y también de la faena a nivel industrial.
Con los ovinos y bovinos, de gran potencial exportador, se da una realidad extrema en la que conviven mataderos de alta tecnología, habilitados para exportar a los grandes y exigentes centros de consumo, y otros que no cumplen con condiciones mínimas.

Dentro de ese panorama, los ministerios de Salud y Agricultura vienen hace algunos años implementando un acuerdo que delega las funciones de inspección veterinaria de los animales y sus carnes en los mataderos y centros de faenamiento desde los servicios de Salud al Servicio Agrícola y Ganadero. Hasta ahora, de los 124 establecimiento del país, 77 han llegado a manos del SAG, ya que recientemente se incorporaron otros 42. Sin embargo, aún quedan otros tantos sin ser traspasados.

La idea es que exista un solo sistema de control bajo una autoridad con lo que se evita la duplicidad de funciones. Ello impactaría en forma positiva en el manejo sanitario, especialmente a nivel interno, ya que son los consumidores nacionales los que quedan más expuestos. También significaría reglas del juego iguales para todos.

Competencia desleal

La nueva Ley de Mataderos comenzó a aplicarse en 2004 y dio plazo hasta septiembre de 2006 para regularizar la situación de las plantas, para ponerlas a nivel de lo que exigen los mercados internacionales y las medidas en boga, como la inocuidad y la trazabilidad.

Las plantas asociadas a Faenacar están preocupadas de que se obligue a cumplir con las normas a todas las plantas. Si esto ocurre, las que no cumplen y siguen trabajando en las mismas condiciones, constituirían una competencia desleal para las que sí están en regla, con los costos que eso implica.

"Hay plantas locales, pequeñas, que están absolutamente fuera de norma y, querámoslo o no, representan una competencia desleal al sistema, porque las empresas han hecho las inversiones correspondientes, como Simunovic, Carnes Ñuble o Mafrisur. Si existe una instancia técnica, no puede haber mayor discusión, porque todo es objetivo, y ahí se cumple o no con las exigencias. Además, hubo un plazo para hacer las rectificaciones", señala José Marín, director de Faenacar y empresario puntarenense.

De hecho, hace algunas semanas, directivos de Faenacar se reunieron con el director del SAG, Víctor Venegas, para darle a conocer sus aprensiones. Venegas les habría comunicado que se dio plazo hasta marzo de 2011 para que cumplan con las situaciones pendientes.

Para el que no cumple después de los plazos entregados no quedaría más que la clausura.

"Eso tiene que entenderse así porque el SAG tiene la prerrogativa de cuidar también la salud de la población; no nos puede pasar que alguien se enferme porque una planta no cumple", añade Marín.
Los problemas que les sancionan son sanitarios, de infraestructura que no contribuye a preservar la inocuidad del alimento, lo que no da garantía para el consumo.

"Hoy la inocuidad alimentaria prima en todas las sociedades y más aun en las desarrolladas. Entonces, eso hace que venga la mano dura, pero todos conocemos las disposiciones desde hace mucho tiempo", señala Marín.

Cambio de mentalidad

El comercio informal ovino es otro tema que da dolores de cabeza a las plantas faenadoras. Actualmente se procesa un porcentaje muy menor de lo que se mueve en el país.

"Si se superaran todas las trancas -faenamiento clandestino, abigeato, ferias libres- podrían crecer las exportaciones. Frigoríficos como Carnes Ñuble, en Chillán, y Mafrisur, en Osorno, están comprando para exportación y han ido subiendo su faena de 15 mil hace unos años a 85 mil este año, pero hay medio millón de cabezas que nos les llegan", advierte Marín.

Y eso que los precios a productor han ido subiendo.

"El año pasado pasaron los 3 dólares hasta llegar a US$3,30 el kilo, y eso debería mejorar más, aunque no ayuda mucho la paridad del dólar. Tal como está la demanda internacional, seguramente va a ser más atractivo entregar los corderos a las plantas y no vender en la puerta del predio".

779 mil cabezas ovinas faenaron los frigoríficos en 2009.


Modificaciones al sistema
José Marín, reconocido e innovador ganadero e industrializador de ovinos en Magallanes, a título personal plantea un nuevo enfoque para la tarea de supervisión del SAG.

Como el SAG tiene en sus manos sólo la inspección veterinaria y no tiene las atribuciones legales para autorizar, cerrar o clausurar que mantiene el Ministerio de Salud, sugiere tercerizar el sistema de inspección médico veterinaria en mataderos en empresas privadas, de profesionales, o un nuevo organismo público privado que entregue esa prestación, que contrate la mano de obra profesional necesaria para esas funciones. "Esa función se mantiene con un sistema ilegal y perverso de contratación, que hace que los profesionales y técnicos no tengan seguridad social de ningún tipo", señala.

Fuente: Revista del Campo- El Mercurio.

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